Un zapato sólo podrá conservar su suavidad, elasticidad y brillo si recibe los cuidados adecuados. La piel del calzado mal cuidada acaba secándose, quebrándose (principalmente en los lugares donde se flexiona) y resquebrajándose tarde o temprano.
El equipo debe contar como mínimo con un cepillo para quitar el barro de cerdas de buey, caballo o cerdo; también son muy apreciados los cepillos con flexibles tejidos de las hojas de una especie de pita sudamericana.
Las gruesas cerdas de estos cepillos eliminan el barro seco y otros tipos similares de suciedad.
Se necesita un cepillo de aplicación para cada color. Debe evitarse el uso de un solo cepillo para la aplicación de todos los colores puesto que los restos secos de color pueden mezclarse y provocar irregularidades de tonalidad, o bien pueden dar lugar a tonalidades completamente distintas. Los zapatos de piel combinada y colores distintos complican el procedimiento de limpieza.
La cantidad de productos para la limpieza (betunes, líquidos) debería ser la misma que la de los cepillos de aplicación.
Otra parte importante del equipo de limpieza son los cepillos de abrillantar, elaborados con pelo de caballo o con pelo de la cola del caballo. Según el número de colores se necesitará un número mayor o menor de ellos.