En una sesión intranscendente, distanciados de las sensaciones del fragor de las batallas previas y aún inducidos por el influjo del éxito consolidado tras el partido de dobles, Rafael Nadal y David Ferrer pusieron el colofón a la conquista de la cuarta Ensaladera.
España redondeó su éxito para culminar la revalidación del título de la Copa Davis. Con las victorias de la jornada de ayer, subrayó de forma evidente su autoridad. Marcó las distancias ante el cuarteto checo.
Nadal ventiló a Jan Hajek por 6-3 y 6-4 en menos de ochenta minutos. Ferrer despachó a Lukas Dlouhy por 6-4 y 6-2 en 58. España redondeó su triunfo en la final. 5-0, algo que no sucedía desde la primera eliminatoria del año 2008, en Lima, frente a Perú.
El equipo español respondió al apoyo ofrecido por los aficionados en el Palau Sant Jordi con la puesta en escena de sus dos primeras raquetas individuales sobre la pista a pesar de la nula relevancia de los envites.
Nadal y Ferrer, tal y como había sido establecido en el sorteo previo de la eliminatoria, saltaron a la pista para completar el trámite. No suele ser habitual que los hombres fuertes del combinado, con exceso de minutos sobre sus espaldas a estas alturas del curso, asuman los residuos del enfrentamiento.