Un ambiente de tensa clama se respira en la cárcel chilena de San Miguel, donde el pasado miércoles perdieron la vida 81 reclusos en un incendio, y que este viernes fue escenario de un intento de motín que se saldó con siete heridos leves, cuatro reos y tres gendarmes (guardia de prisiones).
La policía redobló su contingente para controlar el acceso de las personas que acuden al penal, situado en la zona sur de la capital chilena, para visitar a sus allegados.
Personal de Fuerzas Especiales de Carabineros (policía militarizada) instaló un cerco de seguridad en la entrada de la cárcel.