FAMILIA
La guerra contra las drogas
James A. Inciardi
Hay otras explicaciones:
la teoría del mal hábito, la teoría del entorno perturbador,
la teoría del control cognitivo, la teoría del desvío
social, la teoría del ritmo biológico, la teoría de
la subcultura, la teoría socioneurobiológica y muchas más.
Entre las más novedosas está la de Sandra Coleman, la teoría
del duelo incompleto, una explicación que sostiene que el comportamiento
adictivo está en función de un número poco común
de muertes traumáticas o prematuras, separaciones y pérdidas
que el consumidor de droga no ha resuelto o de las cuales no ha hecho el
duelo eficazmente.
Luego está la teoría de la "personalidad con tendencia
a la adicción", dilucidada por el doctor Kenneth Chapman del
Servicio de Salud Pública de Estados Unidos hace más de tres
décadas:
... el edicto típico es emocionalmente inestable e inmaduro, a
menudo busca placer y excitación fuera de los ámbitos convencionales.
Incapaz de adaptarse cómodamente a las presiones y las tensiones
del actual mundo acelerado, puede volverse ya un individuo extremadamente
dependiente, ya un "lobo solitario" hostil, incapaz de desarrollar
sentimientos profundos hacia nadie. En su desajuste, puede sufrir dolores,
reales o imaginarios. El ser humano común tiene una maquinaria de
defensa normal con la cual afrontar los desencantos, frustraciones y conflictos
de la vida. Pero el adicto potencial carece de la cantidad suficiente de
esta fuerza interior para conquistar sus problemas emocionales y la ansiedad
que ellos crean. En un momento de tensión, puede volverse a los narcóticos
como una respuesta "a prueba de balas" a sus necesidades. Al experimentar
alivio para su dolor o un apartamiento irreal de sus problemas, o una reforzada
sensación de poder y control respecto de ello, está bien en
camino de hacer de los narcóticos su forma de vida.
Dicho de forma diferente, cuando la gente "estable" prueba
drogas, las descartará espontáneamente antes de volverse dependiente.
Aquellos que tienen personalidades "proclives a la adicción"
debido a psicosis, desórdenes psicopáticos o psiconeuróticos,
o predisposiciones hacia el mal funcionamineto mental, "se transforma
en el adicto típico".
Para gran desgracia de la población que consume heroína,
el concepto de la personalidad proclive a la adicción dominó
gran parte del pensamiento de la industria de tratamiento del abuso de drogas
durante casi seis décadas. Si bien la teoría evolucionó
a partir de estudios de adictos en instalaciones psiquiátricas durante
los primeros años de tratamiento de la adicción, se aplicó
universalmente y sigue siendo aceptada por muchos. Sin embargo, al igual
que los investigadores que han ido más allá de los confines
de sus laboratorios, hospitales y campus universitarios para estudiar a
los adictos en sus entornos naturales lo entienden, y como probablemente
siempre lo hicieron, los consumidores que caen bajo la atención de
las instalaciones psiquiátricas a menudo son bastante diferentes
de aquellos que actúan en las calles durante prolongados períodos.
Volverse adicto, aduce Lindesmith, es otra. Los consumidores que fracasan
en darse cuenta de la conexión entre la desesperación de la
abstinencia y la droga se las arreglan para eludir la adicción. Aquellos
que vinculan la desesperación al consumo de la droga, y a partir
de ello la consumen para aliviar la desesperación y sus síntomas,
invariablemente se vuelven adictos.
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