Martes 15 de dic. de 1998

 









 

 


FAMILIA
La guerra contra las drogas

James A. Inciardi

Hay otras explicaciones: la teoría del mal hábito, la teoría del entorno perturbador, la teoría del control cognitivo, la teoría del desvío social, la teoría del ritmo biológico, la teoría de la subcultura, la teoría socioneurobiológica y muchas más. Entre las más novedosas está la de Sandra Coleman, la teoría del duelo incompleto, una explicación que sostiene que el comportamiento adictivo está en función de un número poco común de muertes traumáticas o prematuras, separaciones y pérdidas que el consumidor de droga no ha resuelto o de las cuales no ha hecho el duelo eficazmente.

Luego está la teoría de la "personalidad con tendencia a la adicción", dilucidada por el doctor Kenneth Chapman del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos hace más de tres décadas:

... el edicto típico es emocionalmente inestable e inmaduro, a menudo busca placer y excitación fuera de los ámbitos convencionales. Incapaz de adaptarse cómodamente a las presiones y las tensiones del actual mundo acelerado, puede volverse ya un individuo extremadamente dependiente, ya un "lobo solitario" hostil, incapaz de desarrollar sentimientos profundos hacia nadie. En su desajuste, puede sufrir dolores, reales o imaginarios. El ser humano común tiene una maquinaria de defensa normal con la cual afrontar los desencantos, frustraciones y conflictos de la vida. Pero el adicto potencial carece de la cantidad suficiente de esta fuerza interior para conquistar sus problemas emocionales y la ansiedad que ellos crean. En un momento de tensión, puede volverse a los narcóticos como una respuesta "a prueba de balas" a sus necesidades. Al experimentar alivio para su dolor o un apartamiento irreal de sus problemas, o una reforzada sensación de poder y control respecto de ello, está bien en camino de hacer de los narcóticos su forma de vida.

Dicho de forma diferente, cuando la gente "estable" prueba drogas, las descartará espontáneamente antes de volverse dependiente. Aquellos que tienen personalidades "proclives a la adicción" debido a psicosis, desórdenes psicopáticos o psiconeuróticos, o predisposiciones hacia el mal funcionamineto mental, "se transforma en el adicto típico".

Para gran desgracia de la población que consume heroína, el concepto de la personalidad proclive a la adicción dominó gran parte del pensamiento de la industria de tratamiento del abuso de drogas durante casi seis décadas. Si bien la teoría evolucionó a partir de estudios de adictos en instalaciones psiquiátricas durante los primeros años de tratamiento de la adicción, se aplicó universalmente y sigue siendo aceptada por muchos. Sin embargo, al igual que los investigadores que han ido más allá de los confines de sus laboratorios, hospitales y campus universitarios para estudiar a los adictos en sus entornos naturales lo entienden, y como probablemente siempre lo hicieron, los consumidores que caen bajo la atención de las instalaciones psiquiátricas a menudo son bastante diferentes de aquellos que actúan en las calles durante prolongados períodos.

Volverse adicto, aduce Lindesmith, es otra. Los consumidores que fracasan en darse cuenta de la conexión entre la desesperación de la abstinencia y la droga se las arreglan para eludir la adicción. Aquellos que vinculan la desesperación al consumo de la droga, y a partir de ello la consumen para aliviar la desesperación y sus síntomas, invariablemente se vuelven adictos.

 

 

 

 


 

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