Hoy, cuando empiece a rodar formalmente el primer metrobús, arranca la cuenta regresiva para el fin de los conocidos "diablos rojos", un sistema oprobioso y desfasado de transporte público que ha llenado de luto y malestar a los panameños.
Los "diablos rojos", con sus cerca de 40 años de existencia, representan un sistema colapsado que incomoda y hasta molesta a los panameños.
La llegada del metrobús tiene un significado profundo, junto con la construcción del metro representa la consolidación de la ciudad de Panamá como una moderna metrópoli, cónsona con el progreso que experimenta.
La calidad del transporte público figura permanentemente entre las principales preocupaciones de los panameños. Las encuestas así lo demuestran. Está a la par de las necesidades más básicas, como el empleo, la seguridad, la salud y la alimentación.
El metrobús y el metro, junto al proyecto de vialidad y modernización del sistema de semáforos, ayudarán notablemente a aliviar el caos vehicular que padecemos los panameños diariamente en las calles.
El país se apresta a cerrar un capítulo en su historia. Atrás quedarán los malos tratos, las regatas y las muertes por la irresponsabilidad de conductores que andan como alma que lleva el diablo por las calles para llevar unos cuantos dólares a sus casas. Le toca ahora a las autoridades velar porque el nuevo sistema cumpla las expectativas, es decir, sea cómodo, eficiente y justo con su tarifa.