EDITORIAL
Año 2002
Los panameños dirán hoy con razón: que alivio que se acaba este año 2002, que se caracterizó por uno de los peores escándalos que registra la historia política panameña. A pesar de que muchos quieren que se olvide, en la mente de los ciudadanos permanece fresca la imagen de la corrupción que se proyectó en enero pasado, cuando desde el mismo seno de la Asamblea Legislativa, se confesaba la recepción de sobornos a cambio del voto aprobatorio del Centro Multimodal, Industrial y de Servicios (CEMIS).
El país permaneció en vilo por varias semanas. El prestigio de la clase política para entonces no valía ni un real. Ahora, los involucrados en la recepción del "mamey" y plata, apuestan a la memoria corta de los panameños y vuelven a buscar votos para reelegirse en el 2004.
La forma como fueron elegidos dos magistrados de la Corte Suprema de Justicia, el caso de los llamados "duros-dólares" congelados por una funcionaria de la Presidencia que no confía en la banca panameña y el escándalo en torno a la falsificación de una orden de compra de la Policía de Panamá, que fue utilizada para suplir de armas de guerra a los paramilitares colombianos, forman parte del rosario de cosas feas que registraron durante el año que fenece hoy.
También hubo momentos tristes como el asesinato del obispo Jorge Altafulla y el deceso del boxeador Pedro Alcazar, tras perder su título mundial en Las Vegas.
A pesar de todo, el país registró algunos ratos de alegría. El mayor quizás fue el ascenso de Justine Pasek a Miss Universo, luego de la destitución de la soberana rusa Oxana Fedorova.
El fútbol, al clasificar por primera vez Panamá a un mundial, también nos llenó de emoción, así como la conquista del título por parte de Santiago Samaniego y los triunfos en otras disciplinas deportivas.
En lo económico, los panameños fueron golpeados con el aumento del pasaje de los autobuses. Como regalo de Navidad y Año Nuevo, nos incrementan los impuestos y la tarifa de la energía eléctrica.
En lo político se nos obsequió el madrugonazo de las reformas electorales, que reducen la democratización de los partidos políticos, al establecer como optativas la celebración de primarias para elegir a los candidatos a cargos de elección popular.
Esta modificación hace revivir la vieja práctica de la política tradicional, donde los candidatos se bajaban y subían, conforme a los arreglos de recámaras.
Pero a pesar de todo lo malo que fue el 2002, hay que darle gracias a Dios por tener vida y salud. Aunque ya el país y sus ciudadanos no puedan darse los derroches y festejos que antes se producían para recibir el Año Nuevo, lo importante es que siempre hay la esperanza de un mejor futuro. �Ojalá que las cosas cambien para mejor en el 2003!.
PUNTO CRITICO |
|
|