Si hay algo peor que haber incumplido con nuestras metas del 2008, eso es comenzar el 2009 como un barco a la deriva; sin objetivos por alcanzar, metas por cumplir o sueños que hacer realidad.
No hay que ser conformistas en la vida: siempre podemos estar mejor emocionalmente, económicamente o de salud. La mente manda sobre el cuerpo, y al final, todo lo que nos propongamos es posible lograrlo cuando se tiene la voluntad y la perseverancia en dosis suficientes.
Por tal razón, resulta un verdadero desperdicio de humanidad que una persona se enfrente al nuevo año sin trazarse un rumbo.
La falta de objetivos es lo que tiene estancados en la vida a gran cantidad de individuos, quienes se limitan a ver como las canas se acumulan en su cabeza, sin haber logrado nada significativo, nada que los haga sentir orgullosos de sí mismos, o por lo menos con ganas de seguir adelante. Viven en "piloto automático", y cuando los ves de cuando en cuando y conversas con ellos, se les nota.
Se visten con la misma ropa de siempre, y el desánimo se les dibuja en el rostro. Cuando uno los saluda, apenas si reaccionan, y cuando les preguntas cómo están, contestan con monosílabos cortantes como: "Ahí" o "igual".
Pero no es igual que se encuentran. Ellos creen que se encuentran en el mismo lugar, pero en realidad han retrocedido, porque el mundo entero se los ha rebasado.
La gente se casa, se gradúa, cambian de trabajo, abren negocios, tienen hijos, viajan y se mantienen en movimiento, pero estos perezosos mentales y faltos de ambición son como una estatua de sal. Poco les falta para que les salgan raíces.
No deje que las cosas le sucedan; haga usted que estas sucedan. He ahi la diferencia entre los que se trazan su rumbo propio, y aquellos que viven como una hoja al viento.