En las últimas semanas, mi nombre ha sido mencionado en repetidas ocasiones en distintos medios, sobrepasando así mi poco afecto por la figuración, al vinculárseme a un documento que ha estado circulando por el ciberespacio, intitulado con el elucubrado nombre con que hoy titulo esta columna aclaratoria.
Quisiera dejar muy claro que no soy el autor ni intelectual ni material de dicho documento; que el mismo llegó a mi correo electrónico de la misma forma en que llegó y sigue llegando a muchas personas; que quizás como periodista fui de las primeras personas en conocerlo, pero leer dicho documento e incluso compartir muchas de las aseveraciones que allí se hacen y reenviarlo a mis contactos no me convierte en el autor.
Ignoro las razones que guiaron al equipo de campaña de Ricardo Martinelli a concluir, irresponsablemente, que yo era el autor del documento que al parecer, ha golpeado fuertemente los cimientos de su campaña. Señalarme a mí sólo por ser inteligente o escribir bien o por supuestamente tener una "mente maquiavélica", tal como se ha descrito al presunto autor del documento, es ignorar que la inteligencia es un bien bastante común entre muchos panameños, aunque muchos en el equipo del señor Martinelli aparenten carecer de ella.
Desde que mi nombre fue mencionado en medios televisivos, vinculándome a dicho documento, no he parado de recibir llamadas amenazadoras a los teléfonos de mi oficina y en mi celular privado. No puedo asegurar que éstas provengan del comité de campaña de Ricardo Martinelli, pero sé que este señor tiene mucho dinero y el dinero compra poder. Por tal motivo, le hago responsable de mi integridad física y la de mi familia y allegados.
Esperemos que las aguas mermen y los señores que dirigen la campaña de Ricardo Martinelli puedan encontrar al verdadero autor de dicho documento, si aún lo creen necesario, toda vez que es arduo, por no decir imposible, encontrar al autor de un documento que hoy podrían tener en sus correos cerca de un millón de personas.