La Conferencia Episcopal Panameña, públicamente advirtió la existencia vergonzosa de la pobreza en nuestro país. No debe extrañarnos, ya que la iglesia latinoamericana siempre ha estado resaltando este aspecto, lo mismo que la desigualdad.
Hace unos meses, hicieron noticia las denuncias del Obispo de Honduras, Oscar Rodríguez y casi 35 anos atrás, el Arzobispo de Chile, Silva Henríquez, cuando afirmaba que la paz solo es posible, si existe la justicia social. Y una expresión de justicia, es la distribución equitativa de los bienes y de las tierras.
Este complicado problema de la pobreza, se ha convertido nuevamente en un objetivo de la política de todos los gobiernos de la región, que posee millones de personas marginadas del desarrollo y de las más mínimas condiciones humanas.
Pero, asuntos como la pobreza, debe ser comprendido y apoyado por toda la sociedad. Es indudable que los gastos sociales de los gobiernos en general, tienen filtraciones y cuando se hace una rendición de cuentas, se detecta que los recursos no fueron invertidos en una forma tan efectiva, como fueron las aspiraciones contempladas.
De aquí la acción directa y concreta del Presidente Torrijos, de entregar a nivel nacional, las libretas de 35 balboas mensuales a los grupos mas vulnerables. Porque si bien es cierto la importancia de un desarrollo económico y el acceso a una buena educación, son factores que sus efectos se producen a mediano o largo plazo.
Pero, es un error pensar que la gestión contra la pobreza del gobierno es populista y que no esta concebida dentro de un programa integral. Solo a manera de ejemplo, el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, promovió y ejecuto el ano pasado, cerca de 400 huertos escolares a nivel nacional, 18 proyectos de promoción de la cría de cabra como alternativa alimentaria y mas de 150 obras de riego en pequeña escala para personas pobres.