No sé si alguien lo dijo alguna vez, pero no hay nada más fuerte para quedar ciego, a pesar de poder ver, que la luz incandescente. Hay otro refrán que al final es lo mismo: no hay peor sordo que el que no quiere oír. Sin embargo en política hay que seguir mostrando el sol de la verdad y los gritos de la decencia y la dignidad, hasta que alguien te escuche.
El día 9 de enero del año en curso, uno de estos nuevos políticos de mi partido, hijo de una entrañable pareja de muy gratos recuerdos, y compañeros de muchas batallas partidarias, siguiendo órdenes de otros miembros del Comité Ejecutivo de nuestro partido arremetió contra el amigo y compañero Mitchell Doens, lo cual no es criticable, al contrario, esa es la clase de partido y copartidarios que deseamos. A Omar nunca le gustaron los "yes man".
Lo criticable es que los "jefes" del mozalbete, que conocen la historia tal como fue, le permitieran que utilizara conceptos errados y mentiras para rebatir los criterios de Mitchell. Lo más seguro es que lo hicieron con la intención de menospreciar al compañero, como cuando lo mandaron a abuchear en un congreso del partido en el que, segundos después, esos mismos que hoy mandaron al mozalbete, y éste, recibieron como héroe a Ricardo Arias Calderón. Tal vez lo permitieron porque una mentira, repetida muchas veces, se convierte en verdad; lo malo es que, por sus cálculos políticos, se las crean ellos mismos.
No nos quedaremos callados ante los desaciertos y el entreguismo, porque esa fue la enseñanza de Omar, de quien nos sentimos orgullosos de seguir su pensamiento, que nos dejó este partido para defender la soberanía nacional y a crear condiciones de desarrollo para todos los sectores del país. Las mentiras y falsedades son armas de autodestrucción que no esgrimen las personas inteligentes y menos quienes están en posición de dirigir un país.