Mientras Panamá se disputaba (el viernes) el pase para la final de la Copa Centroamericana ante Costa Rica, al otro lado de la ciudad, las calles del Casco Antiguo le daban la bienvenida a los visitantes.
Todos los días es así. La brisa marina se pasea por los incomparables monumentos, mientras los funcionarios de las diferentes entidades públicas recogen sus artículos personales al terminar su jornada.
Al caer la tarde, se escuchan variados acentos (venezolano, colombiano, español, argentino) e idiomas (francés, portugués e inglés) en las calles de este patrimonio de la humanidad.
Cerca de los teléfonos públicos, en las mesas que se ubican en las diferentes plazas o en las discotecas y bares que abren sus puertas para diversión de los visitantes, se percibe tranquilidad. Estas avenidas son custodiadas por personal del SPI y la Policía de Turismo. A ellos le ha tocado atender al llamado en don algún impertinente coloca su auto a todo volumen, o casos de mayor cuidado: riñas.
Desde la Plaza Herrera hasta la Plaza de Francia existen sitios ideales para conversar, jugar pelota, manejar bicicletas o compartir con el ser amado.