Las trotacalles y la salsa se confunden en la penumbra del antiguo mercado. La oscura calle que da acceso a la avenida Eloy Alfaro hasta al cuco le mete miedo. Las sombras salen de los zaguanes, pero más adentro el ambiente cobra vida. Olor a trampa, ritmo y lujuria invade la zona.
El final de la extensión de la Cinta Costera tendrá como "cómplices" a una serie de bares, cantinas y night clubs, donde la ropa estorba. El sitio más popular es "La Mayor", el "Le Palace del Pueblo", como lo llaman los asiduos visitantes de este antro.
Unas 45 colombianas, dominicanas y brasileñas se pasean en hilo dental, tangas y ligueros.
Las luces, nubes de humo artificial y la música electrónica forman el escenario para los "shows", que arrancan a las 8:00 p.m. y terminan cuando usted se despierta: 4:00 de la madrugada.
Como todo putero que se aprecie, el escenario con tubos no puede faltar. Hombres embobados observan con vista de águila la coreografía de las chicas que se turnan en el escenario; otras entretienen a los clientes y van de mesa en mesa atendiendo a los hombres e invitándolos a un trago.
Los precios del licor varían entre 1.00 y 4.00 dólares. Un trago para las chicas vale el doble: ellas llevan su comisión.
�SUBIMOS, PAPI?
En "La Mayor" existe un reservado en la parte superior, donde se ofrece una de las especialidades de la casa: El Baile en la Mesa.
�Péguense que tienen ropa! Por una suma de entre 10 y 20 dólares, una chica en ropa interior se remenea sobre el cliente. Sólo la chica actúa, el "paganini" tiene que quedarse tan tieso como una estatua. Prohibido tocar.
SEXO
Estar en la intimidad con el componente femenino de "La Mayor" cuesta $21. En la parte trasera del local hay unos cuartitos para darle rienda suelta a la lujuria.
Para llevarse o sacar a una chica hay que pagar $100 al local. La chica cobra aparte una tarifa acordada con el cliente.
Más salsa que el pesca'o
Pero en el mercado no es sólo sexo. Hay salsa.
En lo que antes fue una antigua mayorista de víveres, opera, desde diciembre del 2009, la discoteca Habana Panamá.
Por 10 dólares la entrada, usted se traslada al nostálgico ambiente cubano de los años 40.
El ingreso es a través de un largo pasillo en el que hay un bar repleto de botellas colocadas en forma de escalera que llegan a lo alto. El lobby es ventilado con abanicos de techo. Las paredes están cubiertas con fotografías de los inmortales del son cubano.
Traspasar una cortina roja y con estampados es lo que separa hacia una sala de baile provista de una pista con tabloncillo de madera, donde viejos y jóvenes se confunden al ritmo de "Sandunguera", el "Pío Pío", la "Pollera colorá" u otra salsa dura que dispara un discjockey respetuoso que no mete su boca sobre el tema que esté sonando.
Una preciosa lámpara en forma de estrella dispone una luz tenue a la pista. En el fondo, un escenario con una cortina roja adornada con otra estrella donde se observa iluminado el nombre del local: Habana Panamá.
Ya casi al filo de la medianoche llega la orquesta. Una poderosa banda arranca con un tema del recordado Benny Moré: "Castellano qué bueno baila usted".
Hombres gorditos con zapatos blancos salen a la pista y dictan cátedra de buen baile; otros jóvenes hacen destrezas con su pareja. Es una competencia silenciosa para ver quién es el rey de La Habana en Panamá.
