Las personas de naturaleza conflictiva tienen una particularidad. Dada su inseguridad, se portan agresivamente con el resto de las personas. Los regañan, les gritan y los amenazan.
Pero cuando alguien se las devuelve en el mismo tono y volúmen con que la lanzaron, se hacen los indignados y maltratados. Se promocionan como víctimas, y justifican cualquier conflicto basándose en esa fantasía que, por cierto, sólo ellos se la creen.
Hay personas con un talento natural para agrediar a los demás, y voltear la tortilla de modo que cuando el mundo lo mira a él y a su oponente, aparenta ser la víctima.
Se trata de personas realmente peligrosas. A veces, lo mejor es evitar relacionarse con ellas, porque su actitud psicótica lo único que nos causa son más problemas.
Definitivamente, la tarea de tratar de comprenderlos es mejor dejarla a los profesionales de la psiquiatría, porque una persona común y corriente que se involucre con una persona conflictiva por naturaleza, al final queda enmarañado.
La estrategia de hacerse la víctima cuando se mete la pata, implica que son incapaces de reconocer que han hecho mal, y trasladan la culpa en otros para escapar de las consecuencias.
También denota cobardía, porque al hacerlo, dan a entender que le temen a enfrentarse con la realidad de sus propios defectos.
Lo peor de estos casos es que haya una considerable cantidad de gente que les cree, ya sea porque son familiares, amigos o porque a simple vista les parece una persona indefensa.
Pero cuando a ellos les toca lidiar con las locuras de esa persona en particular, se dan cuenta de que ellos también se dejaron arrastrar por ellas.