Era un día normal. Los radioyentes del programa Hoy por Hoy escucharon el saludo de Iñaki Gabilondo, como lo hacían todos los días laborables:
-Buenos días, son las siete de la mañana, jueves 11 de marzo.... Hoy es el Día D menos tres. Estamos a menos de 48 horas de que finalice la campaña. El domingo, �a votar!...
Luis Garrudo, el portero de Infantado 5, volvió a ver desde su portal la furgoneta blanca Renault de la que hacía unos minutos se habían bajado unos individuos. No sabía que debajo del asiento del copiloto había un trozo de un cartucho de dinamita.
En el corredor de Alcalá de Henares los trenes del AVE (Alta Velocidad Española) circulaban puntualmente durante la hora de mayor afluencia de pasajeros, un tren cada cinco minutos. El de las 7: 15 acababa de entrar en la estación de Santa Eugenia. Los cuatro conformaban un convoy cargado de seis mil personas y catorce bombas: los trenes de la muerte.
De pronto, en la radio Cadena SER, Miguel �ngel Oliver anunció:
-A la actualidad de Madrid se suma una última hora. Iñaki, �qué sabemos?
Iñaqui respondió en directo, leyendo pausadamente:
-Ha habido una explosión hace unos minutos en las vías del AVE...
El pueblo español no sólo grabó en la memoria la cifra de casi 200 muertos y 2 mil heridos de aquel crimen, sino también los rostros y los nombres y apellidos de las inocentes víctimas. Entre ellas están Félix González Gago, subteniente del Ejército del Aire, de 52 años, que tomó el tren ese día sólo porque perdió el autobús acostumbrado.
��Ojalá ninguna de las víctimas hubiera tenido que depender del tren aquel aciago jueves!�, pudiéramos lamentarnos. �Ojalá� es casualmente la adaptación fonética al español de la frase arábiga que significa �Quiera Alá� o �Quiera Dios�, y sin embargo es precisamente la frase o palabra que menos se justifica emplear con relación a un acto despiadado como el del 11 de marzo.
Es una injuria atribuirle a Dios autoría alguna de semejante matanza. Y es el colmo del descaro perpetrar tal genocidio �en el nombre de Dios�. Por eso a Jesucristo, el Hijo de Dios, que dio su vida por toda la humanidad, lo califica la Biblia, el Libro Sagrado de los cristianos, como el autor de la vida y no de la muerte.