El Sinn Fein, brazo político del IRA, se encontraba este lunes a la defensiva, después de que su dirigente Gerry Adams fue declarado "persona non grata" en Washington, a donde viajaba tradicionalmente para la fiesta de San Patricio.
Adams no fue invitado por la Casa Blanca. El senador demócrata de origen irlandés Ted Kennedy y el representante republicano Peter King hicieron saber que no lo recibirían durante su tradicional visita a Estados Unidos.
Este lunes, desmintiendo informaciones según las cuales se le prohibió a Gerry Adams que recaudara fondos durante su viaje a Estados Unidos, debido a las últimas acciones del Ejército Republicano Irlandés (IRA), un portavoz del Sinn Fein indicó que fue el propio Gerry Adams quien tomó esa decisión.
"Hemos tomado la decisión, en esta ocasión, de no buscar fondos en Estados Unidos para no distraernos de nuestro objetivo principal que es intentar poner de nuevo sobre rieles el proceso de paz", declaró Adams.
Antes de viajar a Cincinatti (Ohio, EEUU) el sábado, Gerry Adams no solicitó la visa de negocios necesaria para obtener donaciones, según ese portavoz.
De viaje con Adams, el ex alcalde Sinn Fein de Belfast, Alec Maskey, aseguró sin embargo a la AFP que estaban siendo "muy bien recibidos".
El diario británico Times había afirmado el lunes que la prohibición de conseguir fondos en Estados Unidos fue comunicada en privado a Adams por medio del Departamento de Estado norteamericano.
Ningún dirigente político de Irlanda del Norte fue invitado este año a la recepción de la Casa Blanca, que tendrá lugar el próximo jueves, debido al bloqueo del proceso de paz desde hace más de dos años.
Pero lo que realmente cayó como una bofetada en Belfast fue que el jefe del clan Kennedy anulara su cita anual con el presidente del Sinn Fein, lo que reduce al movimiento republicano (Sinn Fein e IRA) al rango de paria entre los 40 millones de personas de origen irlandés que viven en Estados Unidos.
"Estamos decepcionados", admitió el portavoz de Gerry Adams en un comunicado.
Para poder limpiar las manchas que salpican su imagen pública, el movimiento irlandés deberá poner fin a sus actividades paramilitares y criminales, estiman los expertos.