Nuevamente el mundo enfoca su atención en el Asia Meridional, ante la creciente presión que realiza China Continental hacia Taiwán por el creciente movimiento independentista de Formosa. Pekín aprobó una ley antiseparatista para evitar que Taipei declare su soberanía, algo que para los entendidos sólo acrecentará un conflicto bélico de consecuencias imprevisibles.
Ante una inminente presión de Pekín hacia los países que han brindado su reconocimiento diplomático hacia Taiwán, como el caso de Panamá, vale la pena recordar hechos recientes que deben definir la actitud de la política exterior istmeña frente al conflicto de las dos Chinas.
Hace pocos meses, una encuesta demostró que el 61% de los panameños ven positiva las relaciones con Taiwán que con China Popular, factor que demuestra que la comunidad conoce sobre el asunto, pese a que un grupo de intelectuales defiende romper con Formosa, para hacer alianza con Pekín.
Y es que el factor del respaldo económico y cultural que brindó Taiwán en los últimos años hacia Panamá ha calado en la sociedad istmeña en todos los ámbitos. Frente a esto, esta un elemento negativo creciente que ha permitido un rechazo a la apertura de las relaciones con China Popular: la presencia de 150,000 ciudadanos de esta potencia asiática ha sido vista como "competencia laboral" para los panameños, puesto que pequeños empresarios chinos se han logrado el control de abarroterías, ferreterías y electrónicas, en detrimento de los nacionales.
El aporte social de Taiwán en el Interior, en proyectos agrícolas, pesqueros, tecnológicos y culturales, ha generado una buena percepción de los panameños hacia Taipei. De allí que se apoye el fortalecimiento de esa relación que con China Continental.
La Diplomacia panameña debe considerar estos elementos antes de lidiar con las presiones de China Popular y las supuestas posibilidades de inversiones de empresas de Pekín en el proyecto del Megapuerto de Farfán o en la ampliación del Canal.
Recordemos que por lógica pragmática, tenemos una buena relación diplomática con Taiwán y excelentes relaciones comerciales con China Continental. De que es un problema propio de Pekín y Taipei la definición de sus estatus político diplomático.
Panamá debe mantenerse al margen de ese conflicto, pero si debe concretar posturas hoy ambivalentes ante posiciones divergentes de algunas autoridades nacionales locales que han parecido favorecer la ruptura con Taiwán para hacer mejores negocios marítimos con China Comunista.
Ojalá que la cordura reine en nuestros gobernantes y no se nublen antes de declarar acciones diplomáticas cruciales que luego nos hagan arrepentirnos porque decidimos abandonar una relación cordial con Formosa para hacer una mera amistad de conveniencia con el Dragón Rojo Chino.
