El gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, derogó la pena de muerte y convirtió a su estado en el número 15 de los 50 de Estados Unidos que abandona ese tipo de castigo.
La ley firmada por Richardson sustituye el castigo por la condena a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
"Esta ha sido la decisión más difícil de mi carrera política" dijo Richardson en Santa Fe, capital del estado, después de convertir en ley el proyecto de abolición.
Hasta ahora Richardson, ex aspirante a la presidencia de EE.UU., había señalado que era partidario del castigo.
Sin embargo, afirmó que ahora no confía "en un sistema de justicia criminal que es el árbitro final cuando se trata de decidir quién vive y quién muere".
"Si el estado va a asumir esta enorme responsabilidad, el sistema que imponga la pena de muerte debe ser perfecto, y no puede equivocarse nunca", agregó.