Jueves 1 de abril de 1999

 








 

 


FAMILIA
Prejuicios "incurables"

Cuanto antes se trata el SIDA más fácil es controlarlo con medicamentos. Por desgracia, no hay medicinas para tratar los prejuicios contra el SIDA", advierte una campaña de concienciación.

Los prejuicios contra el SIDA son omnipresentes. Chang Wei asegura que los Artículos sobre el tratamiento y la prevención del SIDA, publicado por el Gobierno en diciembre de 1990, están plagados de prejuicios y términos discriminatorios. Uno de los más controvertidos es el artículo 15, que estipula: "Quien, consciente de ser portador del VIH, y ocultando el hecho, tomara parte en actos indecentes o promiscuos infectando a su pareja, podrá ser sentenciado a una pena de hasta siete años en prisión...". La descripción de la conducta sexual de los infectados por el VIH como "indecente" o "promiscua" generó las protestas de la PHARAA, y en diciembre de 1997 se encomendó el texto: "tomara parte en prácticas sexuales peligrosas con otras personas o compartiera agujas hipodérmicas...".

"En Taiwan, los pacientes de SIDA no son más que un número, una estadística, un ejemplo negativo con el que advertir al público", se queja Troy Lee, secretario general de la Asociación Taiwanesa de Control del SIDA "Faro de Amistad", quien añade que este método de concientización "de choque" ha atemorizado a muchos. Chiang Che-yan, un antiguo vicepresidente del Hospital de la Universidad Nacional de Taiwan (HUNT), fue el primer doctor que trató pacientes del SIDA en Taiwan, y recuerda un caso en el que, un día después de dar la mala noticia a un paciente, éste se suicidó arrojándose al río en Hsintien.

"La enfermedad no me da miedo; lo que me crea ansiedad es la discriminación y la incomprensión de los demás", explica Hsiao Chiang, portador del VIH, quien diariamente toma su medicación, hace ejercicio y controla su dieta. Su vida es similar a la del resto de las personas. A pesar de ser seropositivo, sigue teniendo relaciones sexuales, aunque siempre usa preservativos, no sólo para no contagiar a sus compañeros, sino para protegerse a sí mismo, ya que los infectados por el VIH tienen menor resistencia a las enfermedades. De hecho, él tiene más probabilidades de recibir una infección que de contagiar el SIDA a alguien.

Un doctor de medicina interna publicó en Internet su primer encuentro con un paciente de SIDA hace cinco años: "Yo era un médico joven, y al ojear su historial me impresionó saber que tenía el SIDA. Me chocó tremendamente. De repente hubo una explosión de actividad en la sala de emergencias: todo el personal se puso máscaras de cirujano y empezaron a desinfectarlo todo...". Si bien la situación hoy ha mejorado mucho, aún persiste la actitud de que "los profesionales de la salud tienen derecho a negarse a dar tratamiento a un seropositivo". Actualmente, aparte de los pabellones de contagiosos y de medicina interna de unos veintitantos hospitales ­ incluídos el de la Universidad Nacional de Taiwan, el General de Veteranos y el Conmemorativo Mackay-, obligados por el DS a tratar a los pacientes del SIDA, es común entre los doctores rehusar educadamente el tratamiento a un seropositovo.

 

 

 

 



 

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