Las manifestaciones que se han dado esta semana contra el alza del pasaje a nivel nacional, eran previsibles. Por más explicaciones que hagan los encargados de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), para justificar la medida, no se entiende cómo una medida que estaba pendiente desde noviembre, no cumplió con el requisito previo de la consulta ciudadana.
El sorprender a todos con un aumento de 21 por ciento en las tarifas del transporte colectivo y del selectivo, no era la mejor manera de hacer las cosas.
Por esa forma de actuar ya se dan focos de protestas en la capital y el interior. Ayer hubo que suspender de manera indefinida las clases en la Universidad de Panamá, porque hubo fuertes enfrentamientos entre estudiantes y antimotines.
Cada vez que en Panamá se produce un alza del pasaje se han agitado las masas y la situación es más peligrosa cuando la medida se extiende a todas las provincias.
No sabemos quién hizo los cálculos sobre los efectos que tendría ese aumento en el desarrollo de la vida nacional, pero hasta el más novato conocedor de la historia política y social del país, sabía que esa medida traería intranquilidad y movilizaciones de los usuarios.
Sin duda que los costos operativos del transporte colectivo se han incrementado, pero lo menos que merecen los usuarios es que se le consulte y no meter sin vaselina un incremento nacional de pasaje. No se pueden poner la carreta delante de los bueyes.