Una de las leyes más interesantes que se debaten actualmente en la Asamblea de Diputados es la que prohíbe consumir licor en las canchas deportivas.
Quienes tengan suficiente edad para recordar podrá traer a su memoria aquellos tiempos cuando los campos de juego eran utilizados por niños y adolescentes que participaban en diversas ligas, pero al llegar la era militar se dio inicio a esta nefasta costumbre y los borrachines reemplazaron a los deportistas.
En Panamá se ha dado una degeneración cultural. En Semana Santa, por ejemplo, escuchamos la estridencia causada por la potentes bocinas de los autos de jóvenes que no sentían el menor respeto por el derecho de los demás a la tranquilidad; esto sin dejar de mencionar las "chupaderas" en las playas.
Nuestros barrios se han convertido en zonas de fiesta, en lugares de jolgorio con música altisonante y cuando el entusiasmo rebasa cierto nivel se lanzan fuegos artificiales que alteran la tranquilidad de los vecinos.
El país necesita que se imponga orden basado en la Constitución y las leyes. Por eso es loable la posición de los diputados que, mediante una norma legal, harán imponer respeto para que la comunidad pueda disfrutar de sosiego sin tener que escuchar el escándalo de personas desconsideradas.
En Panamá, desde que se instalaron los militares, los valores fueron trastocados y las generaciones que crecieron durante ese período lo hicieron desconociendo el sentido del respeto por el derecho ajeno, porque se imponía la ley del poder del más fuerte.
Leyes que prohíban el consumo de bebidas alcohólicas en lugares públicos como los ya mencionados nos devuelven la esperanza de que el país recupere la sensatez y las buenas costumbres para construir así el país que todos queremos.
