Monseñor Stanislaw Dziwisz, secretario particular y confidente del papa Juan Pablo II durante 40 años, y las cinco monjas polacas que asistían al pontífice tuvieron que abandonar el Vaticano esta semana.
Tal y como prevé la Constitución apostólica, redactada por el propio Juan Pablo II, una semana después de la muerte del Papa, las dependencias del pontífice se cierran hasta el nombramiento del próximo Papa y sus habitantes se ven obligados a hacer las maletas.
Cuando se elija a un nuevo Papa, éste deberá confirmar a Dziwisz en un cargo que también ocupaba hasta ahora como subprefecto de la Casa pontificia e incluso podría asignársele la diócesis polaca de Cracovia.