Imaginemos que hoy es el lunes 3 de mayo del 2004. Horas después de conocer el resultado oficial de las elecciones presidenciales, se conoce la cruda verdad para los políticos: ganó Martín Torrijos, el candidato postulado por el Partido Revolucionario Democrático (PRD).
Camina por la calle y ve llorando a la gente que apoyó a Guillermo Endara, a los seguidores arnulfistas de José Miguel Alemán y las caras largas de alguno que otro empleado del Super 99 que no quiere verle la cara a Ricardo Martinelli, antes que comience la botadera.
Y por supuesto, usted lee la crónica roja de Crítica para ver si algún candidato a legislador, alcalde o representante, se suicidó aprovechando la madrugada, al conocer que había perdido.
Entre las emisoras, usted monitorea los programas de comentarios y escucha al analista político del PRD que le dice a un periodista radial: "Ganó Torrijos porque tenía la campaña proselitista más positiva, todos los demás eran pura plomeadera contra Martín, tiraban en las cuñas publicitarias todo lo malo del PRD y los malos recuerdos de la mala administración de Ernesto Pérez Balladares con sus privatizaciones de los servicios públicos de electricidad y telefonía".
En este hipotético amanecer el 3 de mayo, la gente que trabaja en el Gobierno saliente ya comienza a llenar sus cajas del cubículo de la oficina y las maletas, para prepararse a la transición. Saben muy bien, por experiencia, que Martín y su gente viene con todo para colocar a sus amigos el primero de septiembre.
Yo les diré porqué gana Martín, dice otro especialista en la TV, ese día. El PRD gana porque el pueblo se cansó de tanta demagogia de los otros candidatos, cuyos programas de gobierno nunca discutieron en público.
�Cómo es posible que el asesor de imagen y prensa no le aconsejara a un candidato que no dijera en TV que el deporte no será tomado en cuenta porque primero hay que pagar la plata de la deuda externa? De entre el recuerdo de los errores nace esta incógnita, mientras duermo la siesta del día feriado (pues, no sea tonto, recuerde que el primero de mayo cayó sábado y el lunes es libre, otro Día Puente).
De la nada, nos despertamos a la realidad. Todavía estamos a quince días de las elecciones presidenciales y Martín no ha ganado aún, aunque las encuestas dicen lo contrario.
Ojalá que de ganar Martín Torrijos o Guillermo Endara (si suponemos que "Pichulo" suba la loma de aquí al 2 de mayo) no cometa ese error de vengarse de los empleados públicos. Es tal el terror en los ministerios, las entidades especializadas, en los departamentos y demás instituciones del Estado que hasta unos se preparar para pedir préstamos ante la inminente hoja de despido que vendrá.
