Ataviada en un sencillo, pero hermoso traje blanco, cual princesa de un cuento de hadas, yacía en su féretro la pequeña Krishna Kristhel Rodríguez Saucedo, quien dejó este mundo a los 10 años.
"�Parece dormida!", exclamó uno de los tantos niños que acudieron a su funeral ayer, viernes, en la Iglesia La Merced, en el corregimiento de San Felipe.
Quizás por su inocencia ese pequeño no entendía la dimensión del sueño de Krishna, pues de ese descanso no se despierta, al menos en esta vida terrenal.
"No saben el enorme dolor que me han causado", decía en medio del llanto Dona Saucedo, madre de la niña, y es que desde el pasado domingo, cuando delincuentes asesinaron a "Kristel" cuando se encontraba en el balcón de su casa en El Chorrillo, esa mujer no tiene consuelo.
En el sermón del sacerdote Francisco Jordán no pudo faltar el llamado a cese de la violencia, al tiempo que responsabilizó a la educación que se le da a los pequeños desde el hogar como la causante de ese flagelo violento, pues se está obligando a los niños a dejar la niñez a edades muy tempranas.
Al final de la homilía, el triste momento de la despedida era inaplazable: Krishna debía partir hacia su última morada en el Cementerio Amador, donde permanecerán sólo sus restos, porque el recuerdo de su sonrisa y el amor que le brindó a sus seres queridos, eso se quedó con ellos.