Ha sido una campaña política extremadamente larga, accidentada, sucia y escandalosa, al punto que para el votante la recta final hacia las elecciones generales del 3 de mayo de 2009 es recibida con una mezcla de ansiedad por los futuros resultados, y alivio porque al fin se acaba la saturación mediática de los políticos.
Puede decirse que empezó en enero de 2008, cuando comenzaron a difundirse los primeros anuncios publicitarios de los entonces precandidatos presidenciales que competirían en las elecciones primarias de los partidos PRD y Panameñista.
Ya desde aquellos primeros anuncios, se detectaba el tono a usar por los aspirantes a la silla presidencial: el de las descalificaciones e insultos. También a inicios del año pasado comenzaron a circular los primeros correos electrónicos anónimos apuntando hacia la reputación de candidatos adversarios.
De ahí en adelante, todo ha ido de mal en peor para la clase política en general. Luego de una agria contienda en las primarias del PRD, Balbina Herrera y Juan Carlos Navarro se tragaron sus insultos y se aliaron en una mancuerna presidencialista, algo que no caló muy bien entre los seguidores de ambos bandos.
Algo similar sucedió en enero de 2009, cuando los candidatos Ricardo Martinelli de Cambio Democrático y su entonces rival Juan Carlos Varela del Panameñismo bajaron las armas en una reunión en la residencia de la Embajadora de EEUU.
Este encuentro que terminó en la "Alianza por el Cambio", y también dejó desconcertada a buena parte de las bases de ambos colectivos, tras meses de insultos y mensajería peyorativa vía e-mail.
Para rematar, las declaraciones del "Rey de las Pirámides", David Murcia, sobre supuestas donaciones a la campaña política del PRD terminaron de sazonar el mal sabor de boca en la sociedad. No es de extrañar que el país espere el 3 de mayo no solo para cambiar de administración, sino para que todo este bochorno se acabe.