Debemos mirar poniendo los ojos en la objetividad, respetando la cualidad infalible de los guarismos distinguidos con el rol de regidores de las ciencias exactas, voceros indiscutibles de la verdad sin tapujos. Los números como figuras son abstractos, es tanto que han necesitado del auxilio de las matemáticas modernas explicativas de su lógica y veracidad objetiva, que se pueden ver y tocar representados en cosas con valor, existencia y sentido.
Hoy Panamá despide destellos de gloria, �motivo?, llevamos la batuta del progreso en el renglón económico en el área de América Latina, denotando las cifras que halagan y ufanan a cualquier habitante, incluso del sitio más apartado del orbe que sienta estar cobijado con el hábito de la pomposa prosperidad. Marcar el compás de la marcha implica dar el ejemplo sostenido en el propulsor comportamiento activo de las actividades lucrativas beneficiando las grandes mayorías de la república.
Los sobresalientes crecimientos en el orden financiero de cualquier país deben reflejarse en los avances progresivos de sus habitantes sustancialmente, como el cuerpo ostenta en la tersura de su piel la irradiación de su salud. El pueblo con especialidad los más desposeídos guardan la mirada del puntual 20-20, esperando la bonanza del boom económico con los consiguientes efectos benignos de consecuencias inmediatas.
Esperar se convierte en tedio cuando acosan las dificultades. Esta avalancha de cifras crecientes no deben quedarse durmiendo el sueño de los justos, abultando ociosamente las arcas del erario público sin ser sometida a la rígida prueba diagnóstica de la esmerada disciplina económica. Esta prosperidad de auge contundente, dormida en la frescura de la cornucopia en inercia nos dice mucho de lo visto diariamente en el reverso de la moneda sencilla, ya lo bastante deteriorada por el continuo manoseo.
