Según lo que dicen, las personas necesitamos menos horas de sueño cuando entramos en la tercera edad, aunque los expertos afirman que no existen ningunas reglas de oro al respecto: depende de cada persona.
Es la calidad de sueño más que la cantidad lo que determina cómo te sientes al levantarte, una noche larga con el sueño muy interrumpido es peor que una noche más corta en la que logras un sueño profundo y refrescante.
ANTES, DURANTE Y DESPUES
La cama debe ser dura y comoda y, según la filosofía china feng shui, debería estar orientada al norte.
Las almohadas no deben ser demasiado gruesas o duras, y la ropa de cama no debe abrigar demasiado
Si te pones ropa de noche, esta no debe ser ni restrictiva (en cuanto a tus movimientos) ni voluminosa.
El dormitorio debe estar bien ventilado, oscuro y lo más silencioso posible.
Debe haber un mínimo de aparatos electrónicos en el dormitorio.
Debes tener un vaso de agua a mano durante la noche.
Unas gotitas de aceite de lavanda en la almohada antes de dormir pueden ayudarte a relajarte.
Otras cosas que ayudan a la relajación antes de acostarse son un baño calientito (no demasiado) antes de ir a la cama, y una infusión o unos comprimidos de valeriana.
Hacer ejercicio durante el día y evitar ir a la cama demasiado pronto también ayuda a dormir bien.
Un consejo que no he encontrado en ningún sitio, pero que me permito sugerir es tener un diario al lado de la cama para apuntar pensamientos, experiencias, etc. En mi caso, anotar algunos de los acontecimientos del día ayuda a reducir los niveles de estrés que, si no, puedes terminar llevando contigo a la cama.