En la República de Panamá, el 1 de Mayo es fiesta nacional que rinde homenaje póstumo, a nivel internacional, a los mártires de Chicago, dirigentes sindicalistas que lucharon tesoneramente contra la cruel y humillante explotación e injusticias de la clase patronal e industrial capitalista que, en contubernio con las autoridades de aquella época, inmolaron a los dirigentes obreros, con saña y alevosía, quienes fueron condenados a muerte, en juicio amañado y basados en acusaciones falsas.
El motivo de esta despiadada y alevosa acción se debió a la intolerancia y soberbia de la clase patronal que se convirtió en sádico verdugo llevando al patíbulo a los dirigentes de los trabajadores, quienes haciendo gala de estoicismo y coraje no claudicaron ante la criminal represión de la Policía y obreros esquiroles (mercenarios), quienes arremetieron con armas de fuego y garrotes contra los trabajadores en huelga, que demandaban una jornada de ocho horas, justos salarios y mejores condiciones de trabajo.
El 1 de Mayo también es propicio para enaltecer la cotidiana labor de los ciudadanos, que ejemplarmente brindan sus esfuerzos físicos y mentales, valiosa contribución al progreso de la República, lo que es digno de encomio.
Ellos constituyen, a mucha honra, primordial elemento y factor de la producción nacional que requiere en la actualidad, en aras del progreso y bienestar social del Estado panameño, que se haga la justa distribución de las riquezas que proporciona la Nación a sus habitantes.
En el presente, se requiere de todos los istmeños, sin distingos ociosos y con espíritu patriótico, cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional, el Código de Trabajo y la legislación de carácter democrático y social, aunado a la digna lucha que procura dar al país que se consolide y respete nuestra soberanía, libertad y nacionalidad, a la vez que logre cristalizar nuestra independencia.