El éxito depende de todos y no de uno, por eso es importante siempre contar con el apoyo de los compañeros de trabajo en determinada área de una compañía, ya que sintiendo su colaboración y aprobación, se logra una satisfacción muy grande que ayudará a que las labores se realicen mejor y de una manera más eficiente.
Un empleado miembro de un equipo puede explotar todo su potencial al servicio de una compañía y, además, como dice el dicho: "la unión hace la fuerza".
Los gerentes pueden evaluar las capacidades de sus empleados, midiendo la eficiencia de los grupos de trabajo y valorando la lealtad y grado de compromiso que se tenga hacia éstos.
Siempre existirá colaboración entre todos los miembros de un equipo. Nunca se abandonará a su suerte a uno sólo de sus participantes y se entiende que el bienestar de un individuo se reflejará en el bienestar del grupo y viceversa. Por esta razón, una situación ideal dentro de una empresa es organizar el trabajo en torno a pequeños equipos, cuyos objetivos sean altos y cuyas metas sean las mismas de la compañía.
Las características más importantes de estos "supergrupos", "equipos de alto rendimiento" o "grupos autónomos de trabajo", como se les quiera llamar, es que cada uno realiza tareas interdependientes, es decir, la labor de un miembro va enlazada con la de otro y el éxito sólo se logrará al reunir todos estos esfuerzos.
Todas las decisiones que se toman al interior de estos equipos son en consenso, por ejemplo, para elegir a sus miembros, solucionar problemas que tengan que ver con el trabajo, diseñar sus propios puestos, programar sus horas de descanso, etc.
No podemos apostar a la individualidad para trabajos que por fuerza y lógica requieren un trabajo conjunto. Ni siquiera porque nos consideremos (con o sin razón) más capacitados o habilitados para la tarea. Dos cabezas piensan mejor que una, y si son tres, mejor. En definitiva, mientras más mentes y manos hayan para lograr el objetivo, más rápido se logrará, y de forma más eficiente.
De hecho, los más capacitados e inteligentes saben que no pueden hacerlo todo, y por ello se muestran dispuestos a trabajar con el resto, enseñando a unos y aprendiendo de otros, para que al final el equipo funcione como una máquina bien aceitada.