ABRACADABRA
"Otro triunfo del pueblo"
"será preciso que Mireya Moscoso se rodee del personal
más adecuado y gobierne de manera honrada y transparente"
Carlos Guevara Mann
El domingo triunfó
el pueblo panameño. El electorado quiso un cambio en la conducción
del gobierno, y lo logró a través de medios pacíficos.
En este espacio se predijo que así sería (columnas del 2 y
25 de febrero) y así fue.
Abracadabra mantuvo su postura desde muy temprano en la contienda, a
pesar de que algunos "expertos" vaticinaban que el oficialismo
permanecería en el poder y no fue hasta el final de la campaña
cuando la preferencia por Mireya Moscoso se hizo evidente (aunque por muy
estrecho margen) en las encuestas de opinión.
Algo similar ocurrió para el referéndum de la reelección
presidencial, cuando los "expertos" dijeron que el "sí"
ganaría, pero aquí se sostuvo, siempre, que la propuesta del
PRD sería derrotada. Y así ocurrió.
Es que esta columna está al servicio del pueblo panameño
y ha sabido interpretar sus aspiraciones. Por ello me congratulo y comparto
la alegría de la población, expresada anoche en todo el país,
ante la victoria de la Unión por Panamá.
Me congratulo también por la hidalguía manifestada por
los adversarios de Mireya Moscoso: Alberto Vallarino y Martín Torrijos,
al reconocer sin titubeos el resultado de la elección presidencial.
Me complace reconocer que Vallarino y Torrijos, a quienes esta columna adversó,
demostraron el domingo en la noche un alto grado de madurez política,
que nos ayuda a superar algunos de los vicios del pasado.
En cuanto al Tribunal Electoral, el conteo rápido y limpio de
los votos también contribuye al mismo fin. En muchos otros aspectos,
sin embargo, el Tribunal ha impuesto obstáculos inadmisibles al afianzamiento
del sistema democrático.
Junto con otros panameños comprometidos con la democracia, he
denunciado estas actuaciones inconvenientes, pero el Tribunal no ha dado
indicios de interesarse por nuestras quejas justificadas. En columnas subsiguientes
insistiré más sobre este punto, porque sin una verdadera democratización
del sistema electoral no será posible el afianzamiento del sistema
democrático.
Mireya Moscoso realizó una campaña extraordinaria. Es la
primera mujer que se atreve a aspirar a la Presidencia de la República.
Por su desempeño político deben sentir gran satisfacción,
en particular, las mujeres panameñas.
Mireya Moscoso demostró, además, que tiene experiencia
política y sensibilidad hacia el sufrimiento de la clase popular,
y que no está motivada por el afán de lucro que caracteriza
la actividad de tantos "políticos" que contaminan el escenario
nacional.
Ahora, la Presidenta Electa tiene ante sí un inmenso reto. Le
tocará ejercer la Presidencia durante un período fundamental
de la historia del país, en que recibiremos el Canal y cumpliremos
nuestro primer centenario como República independiente.
Tendrá que hacerlo bajo circunstancias sumamente difíciles:
la precaria situación fiscal del gobierno, caracterizada por el escandaloso
endeudamiento y el desorden administrativo; la debilidad de nuestro país
en el ámbito internacional; y una Asamblea con mayoría del
PRD.
Esas dificultades sólo podrá superarlas con una alta dosis
de energía, honradez y habilidad política. Tendrá que
promover el fortalecimiento de su propio partido e incorporar a otros partidos
de la oposición a su coalición de gobierno.
Todavía no tenemos muy claro cómo estará constituida
la próxima Asamblea, pero lo cierto es que, para no defraudar las
aspiraciones del pueblo por un Panamá mejor, será necesario
que doña Mireya incluya a otros partidos civilistas en su coalición
de gobierno.
También será preciso que Mireya Moscoso se rodee del personal
más adecuado y gobierne de manera honrada y transparente. El pueblo
está harto de corrupción y no les tolerará más
pillerías a sus gobernantes.
Todo esto debe tenerlo en cuenta la Presidenta Electa, porque las equivocaciones
que pueda cometer en este respecto erradicarían el gran apoyo y la
simpatía indiscutible que su actividad política ha logrado
generar. Y eso no convendría ni al país ni al Partido Arnulfista.
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