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�Blanco de Dios o de un relámpago?

Por: Hermano Pablo | Reverendo

Pedro Rodríguez, de Americana, Brasil, se armó de un viejo revólver. Cumplidos los treinta y ocho años de edad, había perdido el trabajo y la esposa, y ahora sentía que estaba perdiendo la salud. De algún modo tenía que desahogar su alma.

Después de beber mucho, decidió "hacerle pagar a Dios todos sus males". Así que se fue a la plaza del pueblo y comenzó a disparar al aire. De repente cayó un rayo del cielo tormentoso, y Pedro Rodríguez quedó fulminado. Tan extraordinario fue ese incidente que algunos llegaron a la conclusión de que era un castigo de Dios. �Tenían razón?

Si había tormenta en el cielo y si Rodríguez figuraba como un polo negativo en un parque abierto, era lógico que ese relámpago buscara algo que hiciera fuerte contacto con tierra. De modo que Rodríguez le sirvió de blanco al relámpago.

Pero queda todavía en duda el asunto de los resentimientos que el ser humano guarda contra Dios. �Tiene Dios la culpa de todo lo que ocurre en este mundo? �Provoca Dios las guerras, los sufrimientos y la miseria? �Es Dios quien produce el hambre, el dolor y la pobreza?

Si hay algo que la Biblia declara con insistencia, es la siguiente verdad solemne: Los problemas que nos azotan, las calamidades de mayor o menor consecuencia, los desalientos y las tristezas que sufrimos no provienen de Dios. Provienen más bien de nuestros propios hechos. No hacemos más que sufrir las consecuencias de nuestras acciones. Bien lo dijo el apóstol Pablo: "Cada uno cosecha lo que siembra" (Gálatas 6:7). Y así como una riña entre esposo y esposa no es el producto de una intervención divina, así tampoco lo es una conflagración mundial tal como una guerra nuclear.

Dios interviene en nuestros asuntos cuando se lo suplicamos. �l nos hizo libres, y de intervenir en nuestra vida sin que se lo pidamos violaría lo más sagrado que nos dio: el libre albedrío. Pidámosle que sea nuestro amigo y Señor. Sólo así estaremos seguros de que su poder nos protegerá todos los días de nuestra vida.



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