Hay que ver que hay gente realmente dañina en este mundo. Estamos hablando de gente que por el solo placer de destruir, acaba con paradas de buses, vallas publicitarias, asientos de buses y hasta los asientos de sus propias escuelas.
Lo hacen sin ninguna razón en particular. Sencillamente destrozan las cosas por placer, porque dañan algo que no es suyo y porque piensan que no afrontarán ninguna consecuencia por hacerlo (esto último, lamentablemente, resulta profético en la mayoría de los casos).
Ni siquiera tiene que presentarse la coyuntura de protestas callejeras para que se pongan en acción. Ellos no necesitan esa excusa. Lo hacen a plena luz del día, o de noche si así lo prefieren. Rayan bancas y paredes, usan navajas para desgarrar asientos de los buses y taxis, doblan y derriban señalización del tránsito.
Se nota que las personas con estas tendencias son los típicos "malcriados": gente que en su casa no les inculcaron los mínimos principios sobre el respeto a la propiedad ajena.
Como consecuencia de sus deficiencias en el plano educativo y de formación en valores, el resto de los ciudadanos tenemos que sufrir las consecuencias.
Estamos hablando de todas esas personas que se mojan en las paradas de buses porque les tumbaron el techo, o que tienen que sentarse sobre hierros en los asientos del bus porque les cortaron y arrancaron los asientos.
A los padres de familia les enviamos este mensaje: hay que enseñarles a los hijos que lo ajeno se respeta, si quieren que el resto respete lo de uno.
Bien dijo Benito Juárez que "El respeto al derecho ajeno es la paz". Después cuando nos dañen algo a nosotros, no protestemos.