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Un periplo por el I.O.N.

Raymundo Moore | Periodista

Algunas personas, las más afortunadas, van al Decamerón; muchas a Coronado, y otras muchas visitan sitios turísticos en Antón, las diferentes ferias - de las flores y del café- en Boquete, así como las de las naranjas en los distintos puntos del país... Este columnista, desafortunadamente, no puede darse esos privilegios, por lo que preferí dirigir mis pasos este fin de semana, hacia el Instituto Oncológico Nacional - el I.O.N.- un lugar en donde no hay canchas de tenis, ni piscinas ni playas de blancas arenas, y mucho menos fastuosos bares y restaurantes. Lo que sí es innegable es que en el I.O.N., existe una genuina demostración de sincero calor humano, de solidaridad con el prójimo y el más fiel deseo de sanarse por parte de los pacientes, lo cual pone de relieve la alta autoestima que exhiben esos hermanos de infortunio. Pero, déjenme contarles algo más específico sobre ésta, mi reciente visita a ese nosocomio especializado...

Lo primero que hice al llegar a estas instalaciones, fue ir a saludar a Jesús (quien tiene la incansable tarea de montar una guardia permanente en la capillita del I.O.N.), para orar por todos los pacientes - ambulatorios y hospitalizados - lo mismo que por el personal médico, paramédico y administrativo, sin excluir a los familiares de esos pacientes. Orar también por ese dedicado cuerpo de Damas Voluntarias. No me faltó tiempo para darle gracias a Dios por haberme permitido esta magnífica oportunidad para volver a ver, y escuchar, en vivo y a todo color, a todos los que pude 'toparme' este día.

Así, al terminar mi periplo dentro de estas instalaciones, y antes de abandonar las mismas, volví sobre mis pasos para dirigirme, otra vez, a ese recinto santo donde empecé este recorrido, para reiterarle a Dios Todopoderoso mi profundo agradecimiento por haberme puesto (voluntariamente esta vez) en contacto con esa población tan especial de pacientes/familiares; médicos/pacientes, y familiares/personal administrativo.

Concluyo estas reflexiones expresando que el I.O.N., más que un nosocomio especializado dedicado a la atención, cuidado y cura de nuestros enfermos con padecimientos especiales, lo considero como una comunidad bendecida y resguardada por Dios... un lugar donde se convive, precisamente, como en familia... �Qué dicha!

�Au Revoir!



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