Dentro de los múltiples problemas que aquejan nuestro país destacan el del Comité Olímpico de Panamá, cuya directiva se ha convertido en una entidad bicéfala, con dos juntas directivas, una reconocida por el máximo rector del deporte internacional y otra por las leyes locales.
Esta anómala situación se ha convertido en parte de la agenda diaria de las agencias de prensa internacionales acreditadas en nuestro país, porque esto simplemente no ocurre en ningún otro lugar del mundo y el enfrentamiento y la pugna amenazan en esta ocasión la participación de los atletas panameños en los próximos juegos Panamericanos de Brasil.
Pero la verg�enza no termina allí ya que los jóvenes deportistas, si llegan a participar en este evento deportivo continental, deberán marchar portando el pabellón y el uniforme del Comité Olímpico Internacional y no con la enseña y los colores patrios.
El enfrentamiento ha llegado tal punto que al número uno del mundo en salto largo, Irving Saladino, que forma parte de la Federación Nacional de Atletismo, se le ha impedido los beneficios de una beca durante la autocracia de Melitón Sánchez, quien dijo que el deportista colonense no necesitaba el apoyo de su organización "porque era rico". Por supuesto, la razón se impuso y al final le fue otorgada la beca a quien es considerado uno de los mejores del orbe en su disciplina.
Lo que acontece en el deporte no es más que el reflejo de lo que ocurre en el país y ante esta situación los panameños nos preguntamos si existe alguna institución o persona que pueda intervenir, mediar, aconsejar o definir en este caso para que dejemos de ser el hazmerreír de todo el mundo.
Podemos aceptar que en Cuba o Corea del Norte impere un sistema absolutista y que existan las imposiciones por parte del gobierno, pero que en una democracia como la nuestra un solo individuo permanezca por 27 años como dirigente sin que exista un sucesor es inaudito y refleja el nivel de corrupción en esta corporación deportiva.
Las autoridades competentes y la sociedad civil deben evaluar al Comité Olímpico por sus resultados y por la evolución del deporte en nuestro país bajo la dirección del señor Sánchez. A nosotros nos parece que los atletas panameños son más el resultado de sus esfuerzos propios y el de sus familiares y allegados.
De la directiva del Comité Olímpico Nacional tan solo quedan perturbadores recuerdos de una conducta escandalosa, tanto en el plano local como en el ámbito internacional. Las campanas de la libertad deben sonar y para eso el Estado deberá intervenir sin dilación y con energía.
No nos imaginamos por ejemplo, en la Venezuela Bolivariana, una intervención en los organismos deportivos internacionales, porque sería como una demostración flagrante de violación de la soberanía nacional por parte de quienes la promueven. Creemos que ha llegado el momento de imponer respeto hacia Panamá. Para hacer una analogía algo extrema, analizamos la anarquía imperante en Palestina que acaba con sus proyectos de nación, igual ocurre aquí con el deporte aficionado donde una sola voz ha mandado durante casi tres décadas sin ninguna oposición.
