A partir de esta columna, y en lo sucesivo todos los jueves, gustosamente compartiré con ustedes, estimados lectores de Crítica, mi granito de arena sobre distintos temas nacionales que a todos nos incumben, con miras a generar opiniones que, bien intencionadas, contribuyan al debate constructivo en la búsqueda de las soluciones efectivas para los problemas más apremiantes.
También, para resaltar aquellas cosas positivas que suceden en nuestro país, muchas, que debemos reconocer, aplaudir y conservar; para enaltecer el orgullo de ser panameños, y la esperanza en mejores días para la Patria; para marcar el énfasis en el compromiso compartido por alcanzar entre todos la anhelada prosperidad, pero en forma solidaria.
Lo haré muy celoso de la objetividad e independencia de criterio, llamando con respeto a las cosas por su nombre, teniendo como único norte el bien común y el interés general.
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas y expresa la unidad, integridad y homogeneidad de algo proveniente de una misma naturaleza; en este caso, la naturaleza humana. Vista en el mundo actual, la palabra solidaridad es proactiva, y representa el interés social por el bien común. En la tradición oriental, corresponde a la asabiyah, de Ibn Khaldun.
Es una propuesta que arranca con un pensador tunecino del siglo XIV, Ibn Khaldun, quien hizo un original aporte que nos ayuda a entender el papel de ese compartir con los que menos tienen.
En Ibn Khaldun, la asabiyah expresa la solidaridad que surge con el sentimiento de pertenencia a un grupo. Podríamos decir que ese término sintetiza la idea de lo que hoy llamaríamos un destino común, una especie de "si nos va bien, que nos vaya bien a todos".
La fuerza de la asabiyah conduce al ascenso colectivo y a la riqueza extendida. Propicia relaciones basadas en el amor por el prójimo y en la caridad. La ausencia de la asabiyah conlleva al egoísmo acumulador, al descenso social y al malestar masivo. En síntesis, la cooperación como condición humana primordial está asociada a la asabiyah como práctica ciudadana.
De allí el nombre de esta columna semanal, Asabiyah, que confío será del agrado de todos.