El ejemplo más común es: Vivir encerrados como sardinas. Así son las condiciones infrahumanas en que se encuentra la población carcelaria del país.
No cabe un preso más, pero eso no importa. Persona que cometa delito, va pa'dentro. Esto da a entender que no existe un verdadero interés en remediar la situación, a pesar que muchas personalidades se han dado su vuelta a las cárceles para confirmar las condiciones en que se encuentran sus estructuras. Ya lo hizo el antiguo Defensor y se espera que el nuevo también haga lo mismo.
Las cárceles venden una buena imagen de quienes dicen defender los derechos humanos. Estos funcionarios salen como papagayos denunciando mucho, pero no logran nada.
Es tiste que Panamá esté como uno de los peores países con hacinamiento penal exagerado. Solo somos superados por El Salvador que, en una encuesta de la Alianza Ciudadana Pro Justicia, ocupó del primer lugar con un 61%, seguido de Panamá con 55%.
Cuando la administración del presidente Pérez Balladares presionó el botón que activó el mecanismo explosivo para demoler la antigua Cárcel Modelo, se vendió la idea de que tal acontecimiento no sólo desaparecía las condiciones infrahumanas de los presos para siempre, pero, en realidad no fue así. Todo sigue igual o peor.
De cárcel Modelo a La Joya, lo único nuevo es sólo un nombre, que dicho sea de paso se define como "objeto pequeño de piedras o metales preciosos que sirve como adorno". Así pretendía ser el sistema: una verdadera joya, pero todo fue una fachada llena de mentiras.
Si en realidad existe interés en mejorar la actual situación en los penales, entonces no perdamos tiempo en palabrerías huecas, sino que actuemos a tiempo competo para fabricar hombres de bien y no hombres con doctorados en pillajes, asesinatos, violaciones y cuanta cosa exista.