Dice Proverbios 30, versículos 7 y 8: solo dos cosas te pido, oh Dios: concédemelos antes de que muera: aleja de mi la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre... dame solo el pan necesario.
Antes de Borges, Saramago, Unamuno, Miró (Ricardo), y todo el resto de los grandes hombres de las letras y del pensamiento elevado, esta Dios... Ese Dios tuyo y mío que dotó al hombre del talento y la sabiduría de que ayer gozó, y del que hoy todavía goza. Es más, si no hubiera sido por hombres como los apóstoles y los profetas, jamás la humanidad hubiera sido lo que es hoy -con todo y nuestros defectos- porque gracias a un Juan, un Mateo, un Lucas y un Marcos, como apóstoles, y a los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, usted y yo somos recipientes del más grande libro jamás escrito: �LA BIBLIA!
Hoy, como me ocurre cada vez que busco una inspiración que me "libere" de lo rutinario, me topo con el escrito, "ACERCA DE LA ESTETICA DEL IDIOMA" que bajo la pluma de Juan C. Ansin (La Prensa, viernes 1�. de julio
2005), éste me puso, literariamente, en contacto con el poeta y escritor mexicano Octavio Paz, de quien Ansin cita haber dicho que, "...en ocasiones pasaba semanas buscando la palabra perfecta que encajara en la frase (...)". Esto en sí, ya es poesía... pero también revela una gran realidad: el escritor, un escritor de verdad, no garabatea y prefiere "aguantarse" un poco las ganas, antes de producir mamotretos.
Personalmente, aunque no poseo una extensísima biblioteca, y tampoco soy dueño de libros de todos los ilustres autores, de todas formas soy un enamorado de las letras y por esta razón, confieso que yo también -modestia aparte- me doy mis "esperaditas" hasta encontrar "eso" que me impulse a llenar algunas páginas con palabras que habrán de "parecer, no perfectas, pero sí apropiadas para encajar en la frase" que estuve buscando.
Por todo esto, mil felicitaciones para los organizadores, a los participantes, y a los medios de comunicación que tan cabalmente cubrieron la pasada III FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO. �Valió la pena! pero no debemos olvidar que creer en Dios no es un misterio que hay que descubrir, sino una actitud que se debe vivir.
�Au Revoir!
