Apenas supe que vendría esa tía a visitarnos, corrí a buscar mi libreta de calificaciones. Cuando llegó, tomé la libreta y la escondí al pie de una mata de guineos, en la casa paterna de Calle Primera Parque Lefevre.
Mi mamá (q.e.p.d.) estuvo un rato buscando la libreta para mostrársela orgullosa a mi tía.
Puse cara de "yo no fui" y dije que no sabía donde estaba. Vi desilusión en el rostro de mi madre. Ella se sentía orgullosa que yo sacara buenas notas, y fuera el primero o segundo mejor alumno del salón.
�Por qué escondí mi libreta de calificaciones?.
Es que mi madre al señalar lo buen alumno que era, dejaba en segundo lugar a mi hermano Orlando.
El no ganaba tan buenas notas como yo. Siempre surgía la preguntita necia de mi tía: "�Y cómo le va a Orlandito?".
Entonces mi madre le decía que bien, pero "no tanto como a Milciades".
Al escuchar esa conversación miraba a mi hermano. Veía en sus ojos resignación, tristeza de "no ser lo máximo" y amargura...
Yo no pude soportar eso mucho tiempo. Por eso oculté la libreta con mis buenas calificaciones de primaria.
Eso ocurrió hace más de medio siglo. Pero todavía se da la situación de algunas madres que tienen "favoritismo" por ciertos hijos, y no saben el daño que les hacen a ellos al dejarlos en segundo o tercer lugar de su estima.
A propósito de Orlando, debo decir que fue el mejor alumno de francés con Madame Montulé, en el Instituto Nacional.
Al graduarse, le dieron un premio (Yo nunca logré algo parecido, en parte por mis actividades "revolucionarias").
Luego estudió escultura con Carlos Arboleda, siendo su mejor alumno. El país le dio una beca para que estudiara eso en una de las mejores universidades de España.
(Nunca logré algo parecido. Ahora vive en EE.UU. donde formó una familia).
Ya anciana, un día le pregunté a mi madre sobre su actitud. Ella dijo que "las madres tienen todo el derecho de sentirse orgullosas de las buenas notas de sus hijos".
Ojalá esto no afecte a otros hijos menos "genios".
