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Sin embargo, me creo todo lo que me dicen los hombres

Redacción | Crítica en Línea

De una mentira bien dada puede obtener excelentes resultados, sino pregúntele a los hombres "labiosos" que le dicen a la fea "bellezas" y 'zas' se la levantan.

Para aquellos que les gusta esta columna, queremos explicarles que un "labioso" es aquel hombre que posee cualidades excepcionales para convencer con palabrería fina a las mujeres o, según la Real Academia de la Lengua, es alguien con elocuencia y gracia para hablar y convencer a los demás.

A las mujeres les encanta que les expresen cariño. Todas las que están casadas dijeron sí el día de su boda porque, primero, tuvieron que decir otro sí en su noviazgo cuando su actual esposo -antes su novio o pretendiente- las convenció de aceptar la primera cita.

Si usted está felizmente casada, le deseamos muchas felicidades porque se entregó con amor y no aceptó nunca la propuesta clásica de algunos gallinazos que dicen: "Mami, necesito saber que me amas, pero, para ello, tenemos que hacer la prueba del amor".

He aquí el embrujo de los "labiosos". Inician las relaciones amistosas que luego se convierten en un desenfreno sexual que, en parte, es culpa de la mujer que le gusta la pendejada. Con una caricia leve detrás de su oreja quedan erizadas y descubiertas para cualquier ataque frontal del pretendiente.

Ir a la cama no es una decisión de una sola persona. El hombre tiene que hablar mucho para convencer y la mujer al final tiene que decir sí.

El juego de la gata y del ratón es muy común verlo en las oficinas privadas o en las instituciones públicas. El jefe le tira el gancho a la "secre" o el compañero se lo tira a compañera nueva. Hay otros casos en que el padrastro se lo tira a la hijastra o viceversa, pero lo que hay que tomar en cuenta es que en la ahuevazón está el peligro.



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