Muchos caen. Pero no sólo en poner las tildes, sino en dos formas universales de expresión: oral y escrita. No importa qué tan preparados estén académicamente.
Es precisamente lo último lo que preocupa. De nuestras universidades está saliendo gente que no sabe distinguir entre un vate y un bate, o entre una baca y una vaca.
No soy tan vieja, pero los que andan como yo, en los "enta" (treinta, cuarenta, cincuenta) recordarán los hermosos tiempos en que los profesores nos hacían leer en cantidad. Pero mejor que la cantidad, era la calidad.
�Bueno! queridos profesores de Español, ahí está la clave.
Me gusta lo práctico, lo que funciona, lo que da en el clavo, pero eso sí, �calidad y más calidad!
Basta de perder el tiempo en tanto análisis sintáctico y morfológico de la oración, en el pretérito pluscuamperfecto, en el pasado participio, en demasiada literatura universal, si en tantos años de educación formal ni siquiera aprendemos a poner una tilde, a distinguir entre una "s" y una "c".
Si el Ministerio de Educación se tomara el trabajo de hacer un dictado al azar a graduandos de secundaria, y la Universidad de Panamá hiciera lo mismo con los suyos, �"ayayai"! con los resultados. Se caerían de espanto.
Por razones de mi trabajo, he tenido que aplicar pruebas sencillas, con palabras de uso cotidiano y... �qué decepción!
Profesores de Español, señores del Ministerio de Educación que se afanan con tareas curriculares, cuando la mayoría de los graduandos sepa poner una tilde y explicar el porqué, habremos ganado una batalla.
Sí, porque no son pocos los licenciados que cuando se les pregunta por qué ponen la tilde, responden con desenfado: "Es que ahí es donde me suena; es que me parece haberla visto así". �Qué horror!
