Aumentar el consumo de cereales, fruta, verduras, legumbres, granos, tortilla y pan.
Utilizar el aceite de oliva como grasa principal, tanto para freír como para aderezar.
Comer con moderación carne de pollo preferiblemente sin piel, ternero, pescado, huevo, leche y sus derivados.
Consumir en pequeñas cantidades mantequilla, margarina, aceites, dulces, aderezos, azúcar, chocolates y refrescos.
Tomar suficiente agua, ya que el cuerpo requiere entre 1.5 y 2 litros de agua por día.
Haga ejercicio al menos tres veces por semana, un mínimo de 30 minutos diarios. Puede empezar con simples caminatas para ir acostumbrando a su cuerpo.
No lleve una vida sedentaria, trate de caminar más, subir o bajar gradas, por ejemplo.
Incluye en tu dieta suplementos alimenticios.
Las porciones de cada alimento deben balancearse a la hora de comer, para que el cuerpo reciba la cantidad de vitaminas y minerales esenciales que requerimos.