Martes 4 de agosto de 1998

 








 

 

EDITORIAL
Reflexiones sobre los hospitales citadinos

E
l sentido de estadista visionario permitió al desaparecido doctor Belisario Porras construir el Hospital Santo Tomás, amparado en las rentas de la Lotería Nacional, adquirida por el Estado al concluir el término de la Concesión de la familia Duque; evento que contemporáneos de entonces calificaron de "elefante blanco", ignorando la obra que en su grandiosidad, con la monumentalidad de sus edificaciones fue ejemplo materializado del orgullo panameño.

Ahora, transcurridos casi setenta y cinco años de su inauguración, el Hospital Santo Tomás presenta deterioros y obsolescencias que lo descalifican, que reducen su fama, cancelan su hegemonía sanitaria en Panamá y lo someten a carencias críticas que desdicen del sentido constructivo que una vez insufló respeto y cariño ciudadanos.

El Hospital Santo Tomás carece de aportes voluntarios, de contribuciones cívicas, que clubes y asociaciones meritorias recaban para otros centros sanitaristas, tal el Hospital del Niño, empresa concebida por la iniciativa lúcida de los miembros del Club de Leones, quienes en 1948 hicieron campañas públicas, realizaron colectas, en el seno ciudadano y lograron edificar la obra que administra un patronato, con pulcritud y sensatez.

Ahora, para promover la expansión del Hospital de la niñez panameña se realizan nuevas obras de infraestructura, se adquieren enseres y dotaciones médicas, mediante el tradicional "Teletón", de los Leones, y se promueve materializar permuta del lote ocupado por el Colegio de Periodistas, con miras a lograr espacio para tales fines inmobiliarios.

La reversión canalera, concebida en el programa soberanista de los pactos Torrijos-Carter devolvió las instalaciones del gigantesco Hospital Gorgas, cuyas múltiples dependencias valiosas permanecen sin uso, al resultar incapaz el Estado de asignarlo a labores de salud, a pesar de existir proposición sensata de convertirlo en dependencia universitaria, que reúna los quehaceres del Seguro Social, el Ministerio de Salud, y la forja de nuevos médicos.

Ahora, voces insensatas sugieren destinarlo a la Corte Suprema de Justicia, para ampliar las dependencia judiciales, olvidando la Ciudad Judicial a construir en la vía de La Amistad.

Resulta evidente que en seno social no existe el generalizado cariño que otrora hizo del Santo Tomás monumento de civilidad y progreso en la estima popular; tampoco existe participación de las entidades cívicas en apoyo a sus necesidades con dineros y donaciones sanitaristas; mientras el Hospital del Niño avanza en edificios, profundiza los servicios y genera corriente solidaria en la colectividad panameña.

Permitir que se deprecie y deteriore a la inutilidad el revertido centro de medicina del Hospital Gorgas, constituye afrenta de censura grave para los responsables de tal insanía: ante esto se impone revisar públicamente las realidades hospitalarias de la Ciudad de Panamá.

 

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Harry Iglesias y Eneida Valdés, primerísimas figuras del teatro.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no visto adecuadamente.


OPINIONES



 

 

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