EDITORIAL
Reflexiones sobre los hospitales citadinos
El sentido de estadista
visionario permitió al desaparecido doctor Belisario Porras construir
el Hospital Santo Tomás, amparado en las rentas de la Lotería
Nacional, adquirida por el Estado al concluir el término de la Concesión
de la familia Duque; evento que contemporáneos de entonces calificaron
de "elefante blanco", ignorando la obra que en su grandiosidad,
con la monumentalidad de sus edificaciones fue ejemplo materializado del
orgullo panameño.
Ahora, transcurridos casi setenta y cinco años de su inauguración,
el Hospital Santo Tomás presenta deterioros y obsolescencias que
lo descalifican, que reducen su fama, cancelan su hegemonía sanitaria
en Panamá y lo someten a carencias críticas que desdicen del
sentido constructivo que una vez insufló respeto y cariño
ciudadanos.
El Hospital Santo Tomás carece de aportes voluntarios, de contribuciones
cívicas, que clubes y asociaciones meritorias recaban para otros
centros sanitaristas, tal el Hospital del Niño, empresa concebida
por la iniciativa lúcida de los miembros del Club de Leones, quienes
en 1948 hicieron campañas públicas, realizaron colectas, en
el seno ciudadano y lograron edificar la obra que administra un patronato,
con pulcritud y sensatez.
Ahora, para promover la expansión del Hospital de la niñez
panameña se realizan nuevas obras de infraestructura, se adquieren
enseres y dotaciones médicas, mediante el tradicional "Teletón",
de los Leones, y se promueve materializar permuta del lote ocupado por el
Colegio de Periodistas, con miras a lograr espacio para tales fines inmobiliarios.
La reversión canalera, concebida en el programa soberanista de
los pactos Torrijos-Carter devolvió las instalaciones del gigantesco
Hospital Gorgas, cuyas múltiples dependencias valiosas permanecen
sin uso, al resultar incapaz el Estado de asignarlo a labores de salud,
a pesar de existir proposición sensata de convertirlo en dependencia
universitaria, que reúna los quehaceres del Seguro Social, el Ministerio
de Salud, y la forja de nuevos médicos.
Ahora, voces insensatas sugieren destinarlo a la Corte Suprema de Justicia,
para ampliar las dependencia judiciales, olvidando la Ciudad Judicial a
construir en la vía de La Amistad.
Resulta evidente que en seno social no existe el generalizado cariño
que otrora hizo del Santo Tomás monumento de civilidad y progreso
en la estima popular; tampoco existe participación de las entidades
cívicas en apoyo a sus necesidades con dineros y donaciones sanitaristas;
mientras el Hospital del Niño avanza en edificios, profundiza los
servicios y genera corriente solidaria en la colectividad panameña.
Permitir que se deprecie y deteriore a la inutilidad el revertido centro
de medicina del Hospital Gorgas, constituye afrenta de censura grave para
los responsables de tal insanía: ante esto se impone revisar públicamente
las realidades hospitalarias de la Ciudad de Panamá.
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AYER GRAFICO |
Harry Iglesias y Eneida Valdés, primerísimas figuras del teatro. |
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