Trece días de presión sobre Corea del Norte no lograron que Pyongyang renuncie a su exigencia de desarrollar energía nuclear para producir electricidad, lo que obligó a aplazar las conversaciones a seis bandas hasta finales de agosto.
"El consenso es el principio básico de este diálogo, junto a las consultas, y no se podrá alcanzar hasta que se resuelvan las preocupaciones de cada parte, que a su vez tiene derecho al veto, lo que añade dificultades", afirmó el negociador chino, Wu Dawei.
El también viceministro se negó a aceptar que la falta de un documento conjunto represente el fracaso del diálogo.
Según el secretario de Estado Adjunto de EE.UU., Christopher Hill, "las diferencias en dos páginas de principios a negociar son muy importantes. Deben estar claros".
"Comprendemos la dificultad de decidir el abandono de actividades desarrolladas probablemente desde hace 30 años. Las tres semanas deben servir a Corea del Norte para pensar con sabiduría y regresar a firmar el acuerdo sobre los puntos a negociar", añadió Hill.
En su única declaración a la prensa, el jefe negociador norcoreano, Kim Kye Gwan, dijo, por su parte, que "todos los países del mundo tienen derecho a actividades nucleares pacíficas. No somos un país derrotado en una guerra y no hemos cometido crimen alguno". Estados Unidos debe abandonar su exigencia de que Corea del Norte desmantele todos sus programas nucleares si desea el éxito de la siguiente fase del diálogo entre las seis partes, agregó Kim Kye Gwan.
Fuentes próximas a las delegaciones afirmaron que el bloqueo real comenzó el 3 de agosto con la insistencia de Pyongyang de retener su programa nuclear civil para producir energía eléctrica y las contrapartidas por abandonar el programa nuclear atómico.