"Sigue mi ejemplo" es el nombre de la campaña que "invita a la población sexualmente activa a que practique de una manera seria y responsable la prueba diagnóstica del VIH" (Crítica Libre, 21 de agosto de 2004). La iniciativa ha recibido apoyo al más alto nivel, como debe ser, pues el SIDA constituye una amenaza muy seria a la salud ciudadana, que debe enfrentarse con urgencia.
La drogadicción es otro flagelo de nuestros tiempos. Cuando afecta a quienes ejercen posiciones de liderazgo, la cosa es todavía peor. �Puede la ciudadanía confiar las funciones de gobierno a quienes consumen estupefacientes? Sin duda, es tema para un debate.
�Tiene la ciudadanía el derecho de saber si sus servidores públicos son consumidores habituales de sustancias psicotrópicas? La lógica indica que sí, porque dichas sustancias interfieren con la conducta de los individuos y pueden llevar a quienes desempeñan cargos oficiales a cometer imprudencias o faltas graves que perjudican los intereses de la comunidad.
En este contexto, �cree usted, estimado lector, que convendría organizar una campaña, similar a "Sigue mi ejemplo", que invite a los servidores públicos a someterse a exámenes para detectar la presencia de drogas en sus organismos? �Cuántos de los de los actuales y futuros funcionarios estarían dispuestos a hacerse, sorpresivamente, un examen "anti-doping"?
Estos son asuntos serios, no cuentos de Blancanieves, que hay que considerar con detenimiento, si queremos que Panamá adelante por los caminos de la transparencia y la probidad.
