Las medidas anunciadas por el presidente Ricardo Martinelli, parecen contener una especie de "stop" a las excesivas ganancias de las empresas eléctricas que por años nos tenían el bolsillo roto. Lo que calificó de burla o una ofensa contra él y el pueblo panameño se acabará. Al menos ese fue su mensaje.
Los panameños entendieron que la rebaja que inició el 1 de agosto era del 10% y lo que comenzó a percibir fue un aumento del 20% en sus facturaciones. Las explicaciones sobraban. Que si el búnker subió y afectó la Cláusula de Variación de Combustible o si el cliente consumió más el mes anterior, en fin, nadie se tragaba esos 'cuentos'. Pero ahora la cosa parece encaminarse a la verdadera promesa de campaña del actual mandatario.
El mandatario ofreció su respaldo a la nueva administración de la ASEP y, entre otras cosas, pidió suspender el cobro por demanda, prohibir a las prestadoras cobrar al cliente que presente reclamo de un mes corriente, auditar la aplicación del subsidio, método de lectura y facturación, obligar a contratar el 100% de la demanda y rescatar las concesiones eléctricas que no estén cumpliendo. Adicional, solicitó a la ANAM cobrar a las generadoras el equivalente a dos centésimos por el agua que utilizan las hidroeléctricas para generar electricidad, suma que se estima en $50 millones y en teoría debe pasar a un fondo para reducir la tarifa a los usuarios cuyos hogares consumen menos de 500 kwh mensuales y que se debe traducir en una reducción de entre 25 y 30 por ciento.
No hay que olvidar que por años el Estado fue cómplice silencioso de las ganancias exageradas que hoy se le atribuye a las generadoras.
Las medidas anunciada por el gobierno parecen positivas, siempre y cuando se vea el resultado en la facturación. Ojalá todas estas medidas anunciadas se traduzcan en una sustancial rebaja de la electricidad y, como consecuencia, en el abaratamiento de los productos de la canasta básica, porque de lo contrario sería más de lo mismo.