Es posible definir las intenciones de las personas que nos rodean por lo que susurran a nuestros oídos cuando no hay más nadie alrededor. Y créanlo, de quienes más tenemos que cuidarnos es de quienes nos dicen siempre lo que queremos escuchar, y no lo que nos merecemos escuchar.
Las palabras seductoras, cargadas de elogios y desprovistas de la mínima crítica constructiva, pocas veces reservan buenas intenciones. Por lo general, vienen de gente que quiere sacarnos algún provecho.
Por el contrario, quienes nos quieren de verdad nos dicen en nuestra cara la verdad dura y segura. No suena tan bien, pero no tendremos que preocuparnos de mordidas chupasangre ni puñaladas por la espalda.
Tal vez por ego, ira o resentimiento, muchos desoímos al angelito que nos aconseja en el hombro derecho, y hacemos caso al diablillo que nos susura en el flanco izquierdo. El mundo está lleno de angelitos y diablillos que constantemente nos bifurcan el camino de la vida, pero no pueden forzarnos hacia un lado o el otro. Somos nosotros los que debemos escoger.
Nuestros padres y familiares cercanos, en la mayoría de los casos (pero no todos), así como los viejos amigos que han estado con nosotros en las buenas y en las malas, son nuestros angelitos. Pero en cambio, los amigos de parranda, travesuras y vicios nos están invitando una y otra vez a tomar el camino torcido.
�Cómo sabemos quién nos está ofreciendo la ruta hacia la felicidad y la paz interna? Reconociendo que quienes nos quieren y estiman no están dispuestos a inflarnos el ego ni adularnos. Y que en contraste, los aprovechados serán capaces de decirnos cualquier cosa con tal de tenernos de su lado, sin importar si nos arrastran al abismo.
Los angelitos de nuestra vida son capaces de sacrificarse por nosotros, pero los diablillos se pierden cuando las cosas se ponen difíciles. Y aparecen nuevamente en el momento que reflotamos; listos para hacernos caer otra vez.
El camino hacia la felicidad no es fácil. Es escarpado, lleno de piedras, árido y no nos regala nada. Pero el de la desdicha está lleno de letreros luminosos que dicen "Entre aquí", y lleno de tentaciones. Es fácil entrar, pero difícil salir.
Es por eso que antes de tomar cualquier decisión, primero hay que consultar con aquellos con reputación comprobada de que nos soltarán la verdad dura y segura, sin importar cuánto hiera. Definitivamente, nos lo dicen por nuestro bien.