De nada le valió al presidente nica, que la justicia sandinista archivara el caso del abuso sexual supuestamente cometido por él, contra su hijastra Zoilamérica Narváez denunciado en 1988.
Diez años después, su país pasa la gran pena porque las mujeres paraguayas no permitieron que su mandatario estuviese en el acto de traspaso de mando presidencial de Asunción: "al violador Daniel Ortega Saavedra", según reza el comunicado feminista paraguayo.
Ortega que consideraba pan comido aquella acusación, será objeto mundialmente de sanciones morales, que le harán arrepentirse de haber nacido en estos tiempos globalizados. Esta acción de las damas, ha tenido repercusión inmediata de amplia adhesión, por lo que donde asome la calva el Presidente pinolero, las feministas le recordarán que el abuso sexual se un delito grave.
La justicia acomodada y la coraza del individuo centroamericano, le permitieron olvidar por corto tiempo su caso "prescrito", como pretenden en Panamá algunos candidatos, olvidar sus obras y que nadie destape su sollas podridas por las vidas que han llevado. Es el mismo descaro del sandinista, que estigmatiza a los bandidos de oposición o de gobierno panameño, pues se percibe que para unos pocos, la impunidad también está ganada ante cualquier acto corrupto, sin importar que la cotidianidad nacional se está alterando de tanto mismo cómplice.
La justicia acomodada en Panamá, es prima hermana de la política del miedo, podrá eludir la sanción moral del pueblo y perjudicar su autoestima aún más, si votamos por esos delincuentes. Pero, �qué mensaje tan escalofriante si la justicia busca acomodo para que no se permita divulgar la verdad de lo que son muchos aspirantes a gobernarnos? Sería peor que forzar a una hijastra desde su adolescencia, se trataría de una cópula siniestra a la patria minada de prójimos indeseables, peligrosos y malignos.
