Es una pregunta muy seria y le pido ponga atención para responder. Si se ama jamás se insultará y ofenderá su persona, usando frases como: "qué desgraciado soy; para qué estoy vivo; no sirvo para nada; soy un imbécil".
Puedo entender que en algún momento de crisis por haber cometido alguna torpeza, uno se diga cosas muy duras, pero si persiste esa auto crítica mordaz y destructiva, usted no se ama.
El que se ama se aprecia, se respeta, se valora y busca cómo crecer. El que se ama no se permite conductas que dañen su integridad moral o física o la de otros. Busca corregir su mal camino antes de que sea grave el comportamiento. El que se ama valora todas las cualidades que Dios le ha dado e intenta desarrollarlas. Si se ama buscará la manera de servir a alguna causa más grande que usted, para sentir que es útil a la humanidad, haciendo que trasciendan sus acciones y lleguen a mucha gente y a otras generaciones.
Amarse implica aceptarse tal y como es, tanto en su raza, sexo y condición familiar y social. Nunca avergonzarse del lugar o contexto de su nacimiento. Amarse consiste en estar consciente de que usted tiene un puesto en la historia, una misión sagrada que cumplir y un tiempo señalado por Dios para hacer su tarea. Consiste el amarse a uno mismo el estar también al tanto de que pertenecemos a un todo, donde nos interrelacionamos con toda la realidad, participando de la unidad de la creación, sin dejar de ser nosotros mismos. Esto lo convierte a usted en una persona consciente del valor de la vida que está en todo y en un defensor de ella.
Cuando usted es consciente de que vive en Dios, está en El, se mueve y existe en El y que por lo tanto, por pura gracias del Señor, usted es uno con Dios, sin dejar de ser usted mismo, entonces incrementa su amor a su propio ser. Nadie podrá amar a otro ni a muchos sino se ama a sí mismo. Si uno se rechaza, se odia y quiere destruirse, proyectará ese odio a los demás y buscará la manera de destruirlos. El Señor nos manda a amarnos a nosotros mismos, claro, amando primero a �l y buscando amar a los demás, por lo que es un deber suyo amarse, no de manera egoísta o narcisista, sino como Dios nos ama, sabiendo que con El somos invencibles, amén.