Debemos reconocer que este Gobierno, presidido por el presidente de la República, Ricardo Martinelli, está haciendo muchas cosas buenas, aunque digan lo contrario sectores políticos de la oposición local.
Sin embargo, es oportuno señalar que aún quedan muchas cosas por hacer y otras que deben corregirse, porque el panameño se ha acostumbrado al desorden arropado del libertinaje.
Aquí, mucha gente tiene que rendir cuentas, cómo de la noche a la mañana se han hecho millonarios y ahora acostumbran a pasearse por las calles de la ciudad, restregándole en la cara a la sociedad panameña, el producto de lo que adquirieron en forma irregular.
Aquí en nuestro Panamá, las autoridades municipales deben poner especial atención sobre aquello que mucha gente grandes y chicos se han entregado al consumo de bebidas alcohólicas en las vías públicas, provocando incluso espectáculos desagradables e inoportunos contra las acciones del buen vivir, de gente que desea vivir en paz.
No puede ser que las autoridades de tránsito de la Policía Nacional no se hayan percatado de que en la libreta de infracciones de tránsito existe un renglón que señala la prohibición de hacer ruido innecesario en poblados, hospitales y residenciales.
No es posible que los Representantes de Corregimiento, a través de las Juntas Comunales, realicen celebraciones de fiestas patronales conmemorativos al corregimiento y procedan al cierre de calles y avenidas con el consiguiente perjuicio de quienes deben transitar por el área bloquedas por varios días, sin importarles, con nada ni nadie.
Hay que ser más enérgicos en la aplicación de las leyes y las acciones que rayan en la inmoralidad, las malas costumbres no importa contra quiénes están dirigidas. Las autoridades tienen que enviar el mensaje que en nuestro querido Panamá se acabó la época de los desmanes y los abusos. Todo debe hacerse en orden y aplicando las leyes.
