El Estadio Rommel Fernández fue un cementerio para los panameños y un carnaval para los ticos. En un extremo y otro se veían las dos caras de la moneda.
Felipe Baloy permaneció varios minutos parado en el centro del campo como meditando la eliminación. Era el rostro de la frustración, de la tristeza, de la desesperanza.
El zaguero de los Rayados de Monterrey después habló por breves minutos para los medios. Fue breve, preciso. "Estoy triste por el resultado. Debemos seguir adelante", dijo. No había mucho que hablar, la derrota refleja todo. El resultado de 3-1 era más que contundente.
LECCION
Terminado el partido en el estadio no quedaba un alma vestida de rojo. Los fanáticos ticos con camisa blanca y ondeando la bandera de su país se tomaban las calles de Panamá y comenzaban la celebración.
Sí, la fiesta fue tica. Cerca de 10 mil aficionados se trasladaron desde Costa Rica para ver ganar a su selección, para tomarse el Rommel Fernández y hacer sentir a los suyos como en casa.
La "Marea Roja" la noche del sábado mostró su peor cara. No apoyó al equipo como debía, se mostró que estamos a años de crecer por completo en este deporte.
El sábado fue el fiel reflejo de la poca cultura del hincha. "Hay que ser leal tanto en la victoria como en la derrota", dice el célebre narrador argentino Víctor Hugo Morales.
También pesa que no hay estructura en nuestras bases, tenemos una liga mediocre, no hay estadios donde jugar. En fin, los ticos nos dieron en nuestra casa una lección tanto en las gradas como en la cancha.
EFECTIVOS
En el campo fueron cien por ciento efectivos. Estaba claro que Panamá por obligación tenía que atacar y ese ataque podría traer riesgos en un momento determinado, caíamos en la desesperación. Ellos nos cobraron con goles.
En los primeros minutos estrellamos dos pelotas contra el travesaño y otras tantas fueron atajadas por un arquero Porras, enorme bajo los tres palos.
Panamá se fue desesperando y cada vez era menos el peligro que generaba. Guimaraes se dio cuenta que necesitaba un nuevo aire e ingresó a Michael Umaña por Cristian Bolaños.
Fue un cambio táctico que alivió las fisuras defensivas ticas de los primeros minutos. Luego vino el desenlace fatal.
Alvaro Saborío sembró desilusión en la tribuna con su gol en la agonía del primer tiempo. Walter Centeno dio el golpe mortal al minuto 50 con la segunda anotación y Ronald Gómez se encargó de dar el puntillazo final.
A LLORAR
No hay nada que hacer. Fue la noche en que las lágrimas regaron el césped del Rommel Fernández. Fue la historia de siempre, el sueño incumplido, el querer y el no poder. La sonrisa desapareció del rostro de los fanáticos y las caras largas se reflejaban en los jugadores.
Era el episodio de un filme de terror. Silencio, nadie habla. Uno mira al cielo y se pregunta: �Por qué? �Cuánto tiempo hay que esperar para sacarnos esos fantasmas que nos hacen sentir que no podemos, que no nos permiten saborear la victoria? Para la estadística, la del sábado fue la cuarta derrota seguida de Panamá en el hexagonal de la CONCACAF.