Una sociedad con trabajadores menos eficientes y estudiantes con menos capacidad de concentración en las escuelas y universidades, provocará un impacto negativo en el desarrollo global de Panamá, si se mantienen los altos niveles sonoros, pronosticó el docente Eduardo Flores, quien trabajó con otros 4 colegas en el estudio "Nivel de ruido en la ciudad de Panamá".
"Trabajadores que no rinden lo que deben, estudiantes sin la formación adecuada y un Estado que tendrá que invertir más dinero en curar enfermedades que pudo haberlas evitado", será la realidad panameña en menos de una década, valoró Flores, un profesor del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Naturales, Exactas y Tecnología de la Universidad de Panamá.
Enfermedades cardíacas y hepáticas, dolor de cabeza, estrés, sordera y alta presión arterial atacan a un trabajador en un ambiente ruidoso. "Lo que tiene que invertir el Estado para curar esas afecciones se estima en el orden del 0.2% con respecto al Producto Interno Bruto de los países que componen la Unión Europea", apuntó Flores.
En Panamá, se calcula que se pierden 10 millones de dólares a consecuencia del ruido. "Es un estimado muy conservador, estamos diciendo que perdemos menos del 0.1% del PIB, un tercio de lo que perdería un país desarrollado", dijo.
Y es que los niveles sonoros en la ciudad de Panamá rebasan las normativas de la Organización Mundial de Salud, que recomienda 70 decibeles (dBA) como nivel máximo para el tráfico. El docente aclaró que el panameño está expuesto a niveles que oscilan entre 74 y 88 dBA por lo menos 18 horas al día y el 70% del ruido urbano obedece a los automóviles, siendo la mayor causa de molestias.
"El 44% de las personas encuestadas señalan que uno de los ruidos más molestosos es ocasionado por el tráfico rodante (troneras, bocinas, alarmas, etc.)", apuntan los autores en la encuesta realizada a una población de 300 transeúntes del área de estudio (Complejo Hospitalario de la Caja de Seguro Social, Dr. Arnulfo Arias Madrid, la Iglesia del Carmen, el Centro Médico Nacional y el Hospital del Niño).
El resto de los entrevistados lo atribuyeron a equipos de sonido y televisión (25%), reparaciones de calles y construcciones (13%), cantinas y bares (8%), vendedores ambulantes (7%), camiones recolectores de basura (2%) y los gritos y llantos de los niños (1%).
La "cultura del ruido" en la ciudad de Panamá se aleja totalmente de la realidad de los países desarrollados, "incapaces de tener un transporte urbano como aquí, con troneras y bocinas a alto volumen. Ningún municipio europeo lo permitiría", señaló.
Aunque un 65% piensa que es una pérdida de tiempo el presentar quejas por algo que no se les va a prestar atención.
Flores calificó a la Asociación Nacional del Ambiente como la única institución estatal que "ha tratado de controlar los niveles de ruido en la ciudad, y ha exigido a los estudios auditorías ambientales un mapa de ruido de las diferentes empresas e industrias, que ha permitido corregirlas, como por ejemplo el uso de protectores auditivos".